Garoa González Fernandino / Araitz Rodríguez Gutiérrez, 2004
Gracias a todas y todos tos que han hecho posible este libro.
La memoria es un desván.
Un desván en el que se guardan los recuerdos, trastos viejos que forman el puzzle del pasado.
Hace ya tiempo que el reloj que fue testigo de tiempos pasados no da las horas.
El polvo acumulado durante tanto tiempo a sus pies ha ahogado las voces arrinconadas.
Unas voces abren la puerta, barren el desván y se acercan gritando, son las voces de las mujeres de Hernani.
AGRADECIMIENTOS
El matrimonio no te aportó esa libertad que tanto deseabas, pero nos diste la oportunidad de caminar descalzas por tus vivencias, sentimientos y esperanzas. Tu experiencia ha sido, sin duda, nuestra fuente de inspiración.
Rosario, que ha mantenido la profesión y los recuerdos de la familia, que al principio no tenía nada que contar, nos acercó, finalmente, a aquellos oscuros tiempos del estraperlo.
Maritxu se presentó como protagonista de su vida, y, con mucha gracia, nos llevó en furgoneta hasta Iruñea, en plena posguerra, a traer harina de estraperlo.
Porque, a pesar de que ella decía que su vida carecía de interés, nos encontramos con una mujer llena de tesoros. Muchas gracias, Manoli.
Regina y Antxon nos acogieron en su casa con cariño, y nos trataron con gran afecto mientras nos relataban los avatares de su vida. La próxima vez llevaremos la cámara de vídeo para grabar vuestras historias.
A una pareja que mantiene vivo Santa Barbara; a Pepi e Hipólito.
A Eulalia, una bella mujer que nos acogió como si fuéramos alumnas suyas y, como buena profesora, estuvo en todo momento dispuesta a aclarar nuestras dudas.
Describiste tu persona como un anciano canoso y, paseando por las calles de Hernani, nos hiciste retroceder en el tiempo. Gracias, Imanol.
A Felixa, que recuerda, no sólo la época de la guerra, sino también la República. A la mujer que durante los bombardeos hacía punto en unos soportales.
A Pili, por habernos abierto sonriente, en los momentos más difíciles, muchas puertas de Hernani.
A Matilde, que llegó asustada, en tren, con sus hijos, y la maleta llena de ilusiones, por enseñarnos cómo afrontan los emigrantes una nueva vida.
A un matrimonio que nos invitó a compartir en el caserío Akola una tarde y mil historias.
A Victoria y Constantino, que dejaron Ávila y construyeron juntos el futuro, por habernos acogido sonrientes entre sus fotos de familia.
A Honorio, que recordó la época en que seis pupilos se refugiaron en una casa bajo la lluvia.
A Anttoni, un abrazo, por ser tan agradable y cariñosa con nosotras.
A Zezili, del caserío Balantxa, por enseñar a unas urbanitas como nosotras los secretos de la vida en el caserío.
Por ser tan alegre y “salada”, muchas gracias, Felixiana.
A Agustina, que nos mostró cómo hay que tomarse la vida con humor.
Escuchamos las anécdotas de tu juventud, y parece mentira, viéndote, que te refirieras a tiempos tan lejanos. Sigue con tus paseos diarios, Anttoni.
A Katalina, por recordar pausadamente, junto con nosotras, los tiempos pasados.
A Florina, que nos abrió las puertas de su corazón tanto como las de su querida casa. Un beso.
A Asensio, porque nos abriste de par en par las puertas del caserío y del recuerdo.
A Miren Klemente, por no olvidar el trabajo realizado por las mujeres en las fábricas de Hernani.
Queremos también dar las gracias a Carmen Diez, profesora de Antropología Social y Cultural, y colega; tus ánimos nos han ayudado a seguir adelante. Hemos recurrido a ti cuando no veíamos las cosas claras, y gracias a ti se han aclarado nuestras dudas. Gracias otra vez.
A Aitzpea Leizaola, profesora del Departamento de Antropología de la UPV y directora del Departamento de Antropología de UEU, por habernos ofrecido la oportunidad de dar nuestros primeros pasos en la antropología y de hacer público nuestro trabajo, y por apoyarnos en los “locos” proyectos que se nos ocurren.
A la Departamento de Igualdad y al Consejo de Mujeres, por el interés mostrado en la recuperación de la memoria de las mujeres de Hernani y, por tanto, por haber hecho posible este trabajo.
A las historiadoras Nerea Aresti y Miren Liona, que siguieron nuestra trayectoria sin conocernos, y a quienes seguiremos tras habernos conocido.
Al personal del Archivo Municipal del Hernani, por su paciencia.
Gracias a Iosu, por habernos dejado su oficina a modo de “cuartel general”, y porque a veces son necesarias las ideas de un artista para enfocar las cosas desde otro prisma.
Dedicamos este trabajo a nuestros padres y madres, hermanos y hermanas; porque en definitiva, gracias a ellas y ellos hemos podido satisfacer nuestra curiosidad. Gracias, Rexu y Xabier, Bego y Tito, Juani y Angel, Bea y losu. Unai, Izaro y Aritz. También a Borja.
A quienes, a pesar del que dirán, han querido hablar con nosotras, nuestro más sincero agradecimiento.