HERNANIARRAS PARA LA MEMORIA
Martín Pérez de Alcega (siglo XIV)
Fue uno de los caballeros principales de la provincia a mediados del siglo XIV, y servidor del rey Enrique II de Castilla.
Martín Pérez de Alcega (siglo XIV)
Hijo del anterior y conocido como Martín Pérez de Alcega “el segundo”. Sirvió también a los reyes de Castilla. Dejó a su única hija, María López de Alcega, como legítima sucesora. Casó con Miguel López de Amézqueta y Lazcano, señor de la casa solar y palacio de Amézqueta, uniéndose así ambos linajes.
Juan López de Amézqueta y Alcega (siglo XV)
Primer heredero del título común de Amezqueta y Alcega, fue uno de los parientes mayores del bando oñacino, por lo que el rey Enrique IV mandó demoler su antigua casa torre, que se dice era anterior a la creación misma de Hernani. Posteriormente prestó grandes servicios a la corona.
Gonzalo de Percaiztegui
Sólo poseemos un dato, pero no desdeñable, sobre este personaje, que al decir del Padre Larramendi fue el introductor del maíz en la península[289]:
“El maíz es más útil (que el trigo) en Guipúzcoa; trajóse desde Indias la primera vez a esta provincia, y lo trajo Gonzalo Percaiztegui, natural de Hernani, y se comunicó después a otras provincias”.
Martín Ibáñez de Hernani (siglo XVI)
Descendiente de Juan de Ibáñez de Hernani, señor de la casa solar de Portuechea o Portuzabal. Se enriqueció en las Indias y murió allí soltero. Testó en Veracraz (México) el 11 de julio de 1544, mandando fundar una memoria en Oñate para casar doncellas huérfanas o viudas, así como otras obras pías para que se distribuyesen los beneficios de 3.000 ducados.
Juan de Urbieta (? - 1553)
De todos los hijos de Hernani quizás sea Juan de Urbieta el más renombrado. Entusiasmado con el personaje, Lope Martínez de Isasti trazó en unas líneas su biografía, recogiendo en ella lo escrito por los cronistas que le antecedieron[290]:
“De esta villa fue natural aquel famoso capitán Juan de Urbieta que prendió al Rey Francisco de Francia en la batalla de Pavia (que es en Lombardía) a donde se juntaron los dos insignes ejércitos del Emperador Carlos Quinto, y del mismo Rey Francisco, el cual siendo vencido, retirándose sin ser conocido hacia un río, llegó a él Juan de Urbieta (que entonces era hombre de armas) con otros españoles y le mataron el caballo, y conocido quien era, luego se rindió y fue preso por el Urbieta, como más extenso parece por la misma certificación del Rey que dice así traducido en romance:
‘Francisco por la gracia de Dios Rei de Francia. Hacemos saber a todos aquellos a quien tocare, que Juan de Urbieta, del Señor D. Hugo de Moneada fue de los primeros, que se hallaron en mi riesgo, cuando fuimos presos delante de Pavia, y nos ayudó con todo su poder a salvar la vida, en que le estamos en obligación; y entonces nos pidió diésemos libertad al dicho Señor Hugo su amo, nuestro prisionero; y porque esto es verdad, dimos firmado la presente de nuestra mano. En Pizquetos a cuatro días del mes de Marzo de 1525. Francisco’.
El privilegio del escudo de armas le concedió el Emperador en Boloña en 20 de Marzo de 1550 como parecen en pergamino, en el cual dice que por haberle servido Joanes de Urbieta en Italia y Reino de Nápoles en las guerras, poniendo y aventurando su persona a todo peligro, especialmente en la batalla que su ejército ovo en el Reino de Francia el año de 1525, de Pavia que es en Lombardía; en el cual plugo a Nuestro Señor dar victoria a su ejército, quedando preso el Rey de Francia, y muertos y presos muchos Príncipes, y siendo a la sazón hombres de armas de la compañía de D. Hugo de Moneada su capitán, y del su consejo ya difunto; fué uno de los que fueron a hacer rendir y prender al dicho Rey de Francia; lo cual dice que le constó ser así por certificaciones firmada de su mano, que ante el dicho Emperador presentó, y por cartas y relación de los capitanes que fueron de su ejército, y de ello estaba bien informado y certificado; y por semejantes servicios le daba por armas un escudo partido en dos partes, y en él figurado de medio abajo un medio caballo de medio adelante en campo verde con una corona metida por el pescuezo, y una flor de lis en los pechos y de medio arriba un brazo armado con una espada en la mano en orilla de un río, y encima del escudo un almete con sus plumajes y de timbre una águila imperial.
Fue capitán de su Magestad, como consta por otro privilegio en pergamino del año de 1532. Estos privilegios tenía en su poder originalmente juntamente con la certificación referida del Rey Dª Marta de Alzarizaga viuda mujer del capitán Sebastián de Urbieta, que residía en Madrid, que me los mostró. Tiene capilla propia en el claustro de la iglesia de Santa María de la villa de San Sebastián. Hácese memoria de este venturoso Guipuzcoano en las historias de España, particularmente en la que escribió el Obispo Sandoval del Emperador Carlos Quinto, y después en el Epítome del mismo por D. Juan Antonio de Vera; y antes de esto el Doctor Gonzalo de Illescas en la Historia Pontifical hizo relación en pocas palabras diciendo: ‘Los primeros que llegaron é él, dicen, que fueron Diego de Avila y Juan de Urbieta vizcaíno, y señaladamente Alonso de Pita de Aveiga gallego de la casa del marqués de Sarria, a quien se dio por armas una manopla y una cruz por el Lignum Crucis, que le dio el mismo Rey’. Estevan de Garibai (aunque natural de la Provincia) refiere el caso como pasó sin pasión alguna. Dice tratando de este Rey:
‘Prendióle un hombre de armas de la compañía de D. Hugo de Moreda, llamado Joanes de Urbieta, natural de Hernani, villa de la Provincia de Guipúzcoa; La mayor prez y gloria del casi no esperado vencimiento de esta batalla se debe a D. Fernando de Avalos de Aquino, marqués de Pescara, Capitán nunca dignamente loado, viznieto por línea masculina de D. Ruy López de Avalos, Condestable, que fue de Castilla, etc.’.
Pero este caso con mayor extensión que Garibai le había escrito algunos años antes el Bachiller Juan Martínez de Zaldivia, tolosano, en su Suma de las cosas Cantábricas y Guipuzcoanas, que se halla manuscrita en mi librería, y se compuso por él con muy buenas noticias en el año 1564. Y porque los testimonios de los historiadores tanto mayor aprecio tienen, cuanto estuvieron más próximos á los sucesos de que hablan, daremos aquí las mismas palabras de este, como él las pone en el capítulo 15:
‘Quando el Rey (dice) de Francia por nombre Francisco el año 1525 fue sobre Pavia en Italia con grueso exercito, desvaratado por la gente española, acaeció al Rey encontrar en la batalla con Juanes de Urbieta, Guipuzcoano, natural de Hernani, que era hombre de armas de la compañía de D. Hugo de Moneada, el qual rendió al Rei, e fue su prisionero, aunque otros muchos, que sobrevinieron pretendieron lo mismo: pero lo que se debe tener en más fue, que viendo al punto, que prendió al Rei, como al Alferez de su compañía le tenían rodeado muchos franceses, y en gran aprieto, dejó al Rei rendido, mostrándole primero como tenía mellados los dientes delanteros, e valentísimamente socorrió al Alferez, e le libró del peligro, en que estaba, e hizo que no llevasen los franceses el estandarte. Y en este medio acudieron otros, e le quitaron el estoque al Rei bien ensangrentado. Después fue este Juanes de Urbieta comendador de Santiago, y el Emperador D. Carlos de gloriosa memoria le hizo mercedes, e aun el mismo Rei de Francia, a quien fue a ver, y le rogó quedase en su tierra; mas él no lo quiso hacer, e fue a Italia, a servir a su Rei’.
Como el arresto de un monarca francés tan poderoso y de tanto orgullo en Europa en ese tiempo, fue capaz de dar en ella tanto estruendo, y el mayor golpe de gloria al valeroso campeón que le rendió, no queremos perjudicar a la de Hernani su patria, pasando en silencio enteramente el testimonio del Señor Obispo Sandoval cronista propio del César (al cual arriba se ha remitido nuestro autor) en el tomo 1 ° de su Historia de la segunda edición libro 12. 31 explicó el caso como se sigue:
‘Un arcabucero le mató el caballo, y yendo a hacer con él, llegó un hombre de armas de la compañía de D. Diego de Mendoza llamado Juañes de Urbieta bascongado, natural de Hernani en Guipúzcoa, y como le vio tan señalado, fue sobre él al tiempo que el caballero cayó y poniéndole el estoque al un costado por las escotaduras de las armas, le dixo, que se rendiese. El Rei viéndose en peligro de muerte dixo, la vida, que yo soi Rei. El Guipuzcoano lo entendió aunque era dicho en francés, y diciéndole que se rindiese, él dijo: yo me rindo al Emperador. Y como esto dijo, el Guipuzcoano alzó los ojos, y vió allí cerca al Alférez de su compañía, que cercado de franceses estaba en peligro, por que le querían quitar el estandarte, Juanes como buen soldado por socorrer su bandera, sin tener acuerdo de pedir gaje, o señas de rendido, dijo: si vos sois el Rei de Francia, háceme. El Rei le dijo, que se la prometía. Entonces (el Rei) alzando la vista del almete, le mostró ser mellado, que le faltaban dos dientes delanteros de la parte de arriba, y le dijo: pues en esto me conoceréis. Y dejándolo en tierra la una pierna debajo del caballo, se fue a socorrer a su Alferez; y hízolo tan bien, que con su llegada dejó el estandarte de ir en manos de franceses. Entretanto llegó a donde el Rei estaba otro hombre de armas de Granada llamado Diego de Avila, el cual como viese al Rei en tierra con tales atavíos, fue a él, a que se rindiese. El Rei le dijo quién era, y que él estaba rendido al Emperador.
Y preguntado, si acaso avia dado gaje, dijo que no. El Diego de Avila se le pidió, y el Rei le dió el estoque (que bien ensangrentado traía) y una manopla. Y apeado Avila procuraba sacarle debajo del caballo, cuando llegó allí otro hombre de armas gallego de nación, llamado Pita, el qual le ayudó. Y al levantar tomó al Rei la orden, que de San Miguel en una cadenilla traía al cuello, que es la Orden de caballería, que los caballeros de Francia traen, como los del Emperador el toisón. Por esta le ofreció el Rei seis mil ducados, pero él no quiso, sino traerlo al Emperador’. Y al margen advierte este celebre escritor: ‘Fue este luanes de Urbieta de grandísima fuerza, conozco a quien le vio hacer extrañas pruebas y muestras de ellas’”.
Fue enterrado al pie del altar mayor de la parroquia de Hernani, pero su sepulcro fue violado en la guerra napoleónica.
Fray Juan Esteban de Urbieta (?- 1595)
Obispo de Telesi, en Italia, nombrado por el papa Sixto V. Murió en Madrid el 6 de noviembre de 1595, y fue sepultado en el monasterio de San Cosme y San Damián de los Descalzos de San Francisco de Illescas.
Luis de Echezarreta (siglo XVII)
Autor documentado en 1615 como un notable humanista, catedrático en la Universidad de Oñate, colegial trilingüe de Salamanca y poeta.
Antonio Alcega y Errazu (siglo XVII)
Capitán de la Real Armada del Océano, entonces mandada por el Almirante Oquendo. Fue uno de los escasos supervivientes del trágico combate naval de septiembre de 1635 en el canal de la Mancha contra la flota del marino holandés Tromp.
Antonio de Araeta (siglo XVII)
Como capitán y en compañía de 120 hernaniarras acude en socorro de Fuenterrabía sitiada por el ejército de Condé en 1638. Su acción valió que Francisco Xedler, Gobernador, Caballero de la Orden de Alcántara, Capitán y Sargento mayor del tercio del Marqués de Mortara, testimoniara por escrito a su favor.
Joanes de Orcolaga (? - 1672)
Señor de la casa solar de Orcolaga, varias veces regidor de Hernani y juntero de la provincia. Escribió una Historia de Guipúzcoa que presentó en las Junta de Rentería de 1672. La institución ordenó enviar copias a Juan de Idiáquez, al Prior de San Gerónimo de Madrid y a otros historiadores para que diesen su parecer. En el verano de ese mismo año murió el autor y la obra quedó sin imprimir.
Agustín de Cardaveraz (1703-1770)
Ingresa en la Compañía de Jesús en 1721 y es ordenado sacerdote en 1729 con 26 años. Explica gramática en Bilbao, filosofía en Pamplona y teología en la Universidad de Oñate, además de predicar en todos los lugares donde se le requiere. Escribió un manual de euskera, otro libro sobre la vida de San Ignacio y una versión sobre los ejercicios ignacianos. Tras la expulsión de la Compañía por orden de Carlos III, siguen años de itinerancia por tierras de Italia (Córcega y Génova), yendo a morir a Bolonia el 18 de octubre de 1770. Recibe cristiana sepultura en su altar mayor.
El 28 de diciembre de 1903 celebró Hernani con toda solemnidad el segundo centenario del nacimiento de Agustín de Cardaveraz. En 1908 sus cenizas fueron al fin repatriadas, depositando una parte de las mismas en un nicho sobre el muro izquierdo de la parroquia, lo que fue motivo de varias funciones religiosas.
Miguel Antonio de Zuaznabar (siglo XVIII)
Ayuda de cámara de los reyes Felipe de Borbón e Isabel de Farnesio, y jefe de guardarropía del príncipe de Asturias. Se le nombró alcalde de Hernani en 1724, pero sus obligaciones en la Corte le impidieron asumir el cargo. Llegó a ser consejero real de Hacienda, y para premiarle por sus méritos el Rey le concedió el patronato de la iglesia parroquial de Hernani. Sus gestiones fueron decisivas para el establecimiento de la fábrica de anclas en Fagollaga.
Nicolás de Aristizábal (siglo XVIII)
Desempeñó altos cargos en las Indias, y en 1726 recibió el título honorífico de alcalde de Hernani como agradecimiento por todo lo que por ella hizo desde la Corte. Ejerció como secretario de decretos de Felipe V y oficial mayor en su secretaría.
Juan Baptista de Ansa (siglo XVIII)
Lo tenemos en 1735 como capitán perpetuo del presidio de Santa Rosa de Coro de Guachi, en México, desde donde remitió importantes sumas para costear obras en la parroquia y hospital.
Joseph Ignacio de Arruti (siglo XVIII)
Sacerdote. Desde Puebla de los Angeles, en América, envió dineros destinados a labores benéficas alrededor de 1735. En la catedral de esa ciudad ocupó diversos cargos, además de juez comisario del Hospital Real de San Pedro y San Justo, y teólogo de San Pablo.
Joseph Antonio de Zabala y Sasoeta (siglo XVIII)
Otro indiano que logró hacer fortuna. En 1750 mandó desde Perú 23.000 pesos de plata que sirvieron para auxilio de viudas pobres, dotar a doncellas para casarse o hacer reformas en la parroquia y hospital.
Antonio de Oquendo (? - 1755)
El Capitán de fragata Antonio de Oquendo realizó a lo largo de su carrera varios viajes a América. Casado con doña Lucía Félix de Beroiz, el matrimonio ocupó la mayordomía del Hospital de Santa María Magdalena desde 1735 a 1755, realizando durante ese tiempo múltiples mejoras. Inspector, asentista y gran promotor de la Fábrica de Anclas, a su sostenimiento dedicó sus últimos años de vida. Al morir, dejó distintas mandas.
José Agustín de Zuaznabar (siglo XVIII)
Fue secretario del Consejo de S.M., director de la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas en 1754 y cónsul de San Sebastián en 1774. Para paliar la crisis derivada del extraordinario gasto que ocasionó la Guerra de la Convención, redactó un informe técnico muy interesante. Suya es también la obra titulada Plan de reglas y providencias para la mejor administración y régimen de los propios y arbitrios de la Noble villa de Hernani, aprobada por el Consejo Real y Supremo de Castilla el 22 de mayo de 1805.
Agustín Pascual de Iturriaga (1778-1851)
Sacerdote y educador hernaniarra, fundó un colegio y se ganó merecida fama por sus técnicas pedagógicas, al punto que de él se decía que era capaz de “enseñar más de lo que sabía”. Especialista en autores latinos, fue además poeta euskaldun, traductor al euskera de fábulas que publicó con el título de Ipuiak, y de versiones de las églogas I y III de Virgilio. A él se debe la letra de la Marcha de San Ignacio así como los Diálogos vasco-castellanos en prosa sobre temas agrícolas. Falleció en Hernani el 30 de marzo de 1851 dejando tras de sí una imponente producción literaria.
José Aramburu y Míner (? - 1804)
Figura en 1802 como brigadier de la Armada. Murió en Cádiz en 1804.
Martín de Barandiarán (siglo XIX)
Llegó a ser alférez de granaderos del Regimiento Provincial de Dragones de Michoacán y comandante de los indios lanceros de la Parcialidad de San Juan de México. Escribió la obra Ensayo sobre el origen y remedio de los males políticos que afligen a la Nueva España, que se imprimió en México en 1812.
José María Zuaznabal y Francia (siglo XIX)
Fue Zuaznabal ministro del Real Consejo de Navarra. El papa León XII le concedió permiso especial en 1826 para poder tener oratorio privado en su casa, incluyendo derecho a celebrar actos litúrgicos en él.
Gregorio de Arrúe (1811-1890)
Escritor en euskera que hizo versiones de diversas leyendas y tradujo al euskera la Vida de Santa Genoveva. Fue durante muchos años maestro en Zarauz, donde murió en abril de 1890.
Juan Arana (1822-1892)
En 1849 entra en el cuerpo de miqueletes de la provincia y lucha contra los carlistas en la segunda contienda civil. Afamada fue su acción de 1870, en que con sólo cuatro miqueletes logra disolver a una partida de 600 carlistas levantados en armas en Oyarzun, lo que le vale el cargo de segundo jefe del cuerpo con el grado de teniente coronel. En 1872 y 1873 combate a las tropas del aspirante en Segura, Mañaria, Araoz, Alegría, Villabona e Izaskun, entre otras localidades. Participa en el sitio de Tolosa. En 1873 se le designa gobernador militar de Irún, donde levantará el sitio de la ciudad.
Joaquín Fernández Ayarragaray (1822-1900)
Notable arquitecto y catedrático en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla. Suyas fueron algunas de las más importantes construcciones de la segunda mitad del XIX en la ciudad de Sevilla, como el Hotel Roma, el Hotel de Madrid, la casa del Conde de las Atalayas, la de los señores de Portilla, así como el palacio de los Duques de Montpensier en Sanlúcar de Barrameda y el de los Condes de París en Villamanrique. Pero quizá su proyecto más importante fuera la restauración de la Catedral de Sevilla, obra que dirigió durante diez años hasta que le sobrevino la muerte.
A su talento se debe la reconstrucción de la casa consistorial de Hernani tras su destrucción en la II Guerra Carlista, obra terminada en 1899. Hizo el proyecto gratuitamente por amor a su villa natal, cuando estaba ya en la cumbre de su carrera como arquitecto.
José Manuel Lujambio Retegui, Txirrita (1860-1936)
Chirrita o Txirrita, nacido en el caserío Latxezar de Hernani el 14 de agosto de 1860, fue uno de los bertsolaris de más ingenio que se han conocido. El 19 de enero de 1936 en el teatro Victoria Eugenia de San Sebastián ganó una competición contra los mejores bertsolaris de su época (Dargaiz, Txapel, Uztapide, Zepai...). Sólo cuatro meses después, durante una actuación en las fiestas de Goizueta sufrió un ataque que le acarrearía la muerte el 3 de junio de 1936. Diversas plazas y calles llevan su nombre en nuestra provincia.
Juan Miguel de Orcolaga (1863-1914)
El vicario de Zarauz era muy aficionado a la meteorología y poseía un pequeño gabinete de estudio y observación. Su popularidad y renombre surgió al anticipar en cuatro horas la llegada de un gran temporal, el 14 de noviembre de 1900, evitando así grandes pérdidas. Para profundizar en sus previsiones quiso establecer un observatorio meteorológico, idea por la que en principio se interesaron las Diputaciones de Gipuzkoa y Bizkaia, pero ante las discrepancias sobre su posible ubicación, finalmente sólo la guipuzcoana siguió adelante con el proyecto. Orcolaga fue el primer director del observatorio del monte Igueldo (San Sebastián), desde donde se avisaba por teléfono a todos los pueblos cada vez que se avecinaba una tormenta. Falleció el 22 de septiembre de 1914, dejando en manos de su hermano Pedro la continuación de sus proyectos. El observatorio así fundado sigue siendo en nuestros días el más importante de la provincia.
José Olaizola Gabarain (1883-1969)
Organista y compositor musical y hombre de teatro. Se inició a los 8 años con el organista de Hernani, continuando en la Academia de Bellas Artes de San Sebastián donde llegó a ser profesor. En 1902 ingresa junto con Secundino Esnaola en el Orfeón Donostiarra. En 1904 es nombrado organista de la iglesia parroquial de Pasajes de San Pedro y en 1906 gana por concurso la plaza de organista en la iglesia de Santa María de San Sebastián. Fundador de la Asociación de Organistas de la Diócesis de Vitoria y en 1928 de la Asociación de Txistularis del País Vasco. Conoció el exilio tras la contienda civil, lo que no le impidió seguir componiendo afanosamente más de un centenar de obras para txistu, canto, piano, ballet, órgano y también para orquesta, coro y órgano. De 1946 es su galardonada ópera Oleskari Zarra. Tras el exilio regresa a su tierra, falleciendo en San Sebastián el 8 de junio de 1969.
José Ansorena Eleicegui (1886-1983)
Hijo de un fabricante de txistus, fue tamborilero y segundo txistulari antes de convertirse en txistulari primero de Hernani en 1909. Por motivos de salud al año siguiente cede el puesto a su hermano Isidro, actuando ya sólo en muy determinadas ocasiones. Cuando Isidro ingresa en la Banda de Txistularis de San Sebastián, José recupera su antigua condición de primer txistulari y ya no la deja hasta su jubilación con 73 años, tras lo cual recibió la medalla de Alfonso X el Sabio. Falleció en Hernani el 24 de enero de 1983.
Los primeros pasos en la música los dio en su Hernani natal. Por recomendación de Secundino Esnaola entra en el Orfeón Donostiarra, en 1916 forma un cuarteto vocal solista, y posteriormente se dedica a la ópera. Cantó en San Sebastián, Oviedo, Valladolid, Milán, Madrid, Barcelona, casi siempre con gran éxito. Una vez retirado como solista funda y dirige los coros Eusko-Abezbatsa. En 1937 debe exiliarse y prosigue su carrera en Francia, Bélgica, Holanda e Inglaterra. De regreso a casa, en 1949 crea la Schola Cantorum. Entre sus composiciones destaca por su popularidad Aurtxoa Seaskan. Falleció el 13 de abril de 1973.
Isidro Ansorena Eleicegui (1892-1975)
El hermano de José es uno de los más famosos txistularis vascos de todos los tiempos. Nació el 15 de mayo de 1892. Fue profesor de txistu en el Conservatorio Municipal de San Sebastián, y creador de un método muy afamado para la enseñanza musical. Ejerció muchos años como director de la banda de txistularis de la capital, y compuso más de mil piezas para txistu, adaptaciones y armonizaciones. En reconocimiento a su labor, San Sebastián le concedió el año 1962 la medalla de plata de la ciudad. Murió en 1975 con 83 años.
José García Goldaraz (1893-1973)
Nace en Hernani el 24 de octubre de 1893. Cultivó en su juventud la poesía en euskera, que publicó en diversos medios. Doctor en Filosofía, Teología y Derecho por la Universidad Pontificia de Comillas, es canónigo de Orihuela en 1925 y más tarde secretario del Tribunal de la Rota y asesor de la Nunciatura Apostólica. Tras ostentar diversos cargos, en 1944 asume el obispado de Orihuela y en 1949 el de Cartagena-Murcia. El año 1953 es investido arzobispo de Valladolid, donde moriría el 10 de junio de 1973.
Florentino Goicoechea Beobide (1898-1980)
Fue uno de los once hijos nacidos en el caserío-sidrería Altzueta del matrimonio de Pablo Joaquín Goicoechea (natural del mismo Altzueta) y de Francisca Beobide del caserío Oquendoenea de Hernani.
A los 18 años entró a trabajar de gabarrero con Ignacio Erdozia, como socio según unos y como patrón según otros. Todos los días del año, coincidiendo con la bajamar, se desplazaba en bicicleta al barrio de Loyola para tomar la gabarra e ir “a la marea”, es decir a sacar arena del Urumea.
Al estallar la Guerra Civil Florentino buscó refugio en Francia. Allí todavía viviría otra guerra, la mundial, en la que participó activamente como resistente. Su misión principal consistía en rescatar a los paracaidistas que caían en la Francia ocupada y ponerlos a salvo en San Sebastián. A pesar de los incontables riesgos que corrió en el curso de sus andanzas, consiguió salvar su propia vida y la de más de un centenar de hombres: sólo perdió a uno, que se negó a obedecer sus órdenes y cayó apresado por los alemanes.
En reconocimiento a sus servicios recibió numerosas condecoraciones del Estado francés. Casó Florentino ya mayor y no tuvo descendencia[291].
Juan Olano (1918-1972)
Por su constante trabajo en favor del desarrollo social y de las costumbres y la cultura vasca, la memoria de Juan Olano forma parte ya del mejor patrimonio de Hernani y sus realizaciones brillan aún en la población.
Su implicación se dejó sentir en muy diversas áreas, desde los deportes (organizador del Torneo Interpueblos de Pelota, que convirtió en el principal campeonato de aficionados de Gipuzkoa; animador del grupo de montaña Mendi-Gain; e incluso realizó gestiones para reavivar el circuito automovilístico de Lasarte) hasta la música (miembro de la Banda Municipal y de la Coral Parroquial, procuró sin éxito organizar la Coral Hernaniarra), pasando por la educación (fue junto con D. Carmelo Labaca uno de los promotores de la Escuela Profesional que lleva el nombre del antiguo párroco) y la cultura en la más amplia extensión del término (fundador de la revista El Boletín sobre temática hernaniarra, de una compañía de zarzuelas disuelta “por orden gubernativa”, de un compañía teatral que llevó la Boda Vasca por toda Euskal Herria, del grupo de Iñudes y Artzaias...).
Pero sobre todo, lo que convierte a Juan Olano en un modelo es su extraordinaria dimensión humana que, como todo en su vida, se traducía en hechos solidarios y en sentidos afectos hacia los demás.
Uno de los principales poetas en lengua castellana del siglo XX fue Rafael Gabriel Juan Múgica Celaya. Nació en Hernani en 1911, hijo de una familia acomodada que regentaba en la villa una empresa, y a quien quiso ahorrar el desprestigio que en aquellos tiempos suponía tener un pariente “poeta” adoptando el nombre artístico de Gabriel Celaya.
Marcha a Madrid a estudiar en la Escuela de Ingenieros, y ello le da la oportunidad de conocer en la Residencia de Estudiantes a los principales poetas de su época (Lorca, Alberti...). Pese a que su filiación generacional le vincula a los poetas del 27, algunos especialistas ponen a Gabriel Celaya al frente de la Generación del 36, marcada por la Guerra Civil y su consecuente “exilio interior”.
La amplitud de su obra (compuesta por más de 80 libros, de poesía principalmente, pero también de teoría literaria, narrativa, teatro, etc.), amén de su prodigiosa riqueza de registros, desdicen la manida etiqueta de “poeta social” que aparece encorsetando su nombre en casi todos los manuales. Porque Gabriel Celaya cultivó el surrealismo, cavó versos en las honduras del existencialismo e hizo poesía órfica. Todo un siglo de la poesía española encuentra su expresión en la obra del hernaniarra. Al final de sus días, Gabriel Celaya conoció el reconocimiento unánime por su trayectoria literaria y humana. En 1986 recibió el Premio Nacional de las Letras, y vio como sus obras merecían la difusión que durante tantos años les fue negada.
Tiburcio Odriozola “Patxi” (1923)
Nacido en 1923, desde niño sintió atracción por el canto y formó parte del Coro Parroquial durante numerosos años. También como actor hizo incursiones en el mundo teatral y participó en las secciones de pelota y euskal dantzak de Los Luises.
Ha sido el “alma mater” de los Coros de Santa Agueda así como de las Rondas de San Juan y Nochevieja.
Manuel Oroquieta Valiente (1924-1981)
Hijo de obrero de la fundición, músico, poeta, franciscano y misionero. Predicó en Bizkaia en misiones populares. Pasó mucho tiempo en Cuba, predicando por todo el país, hasta que la revolución lo expulsó, pasando entonces a México. Falleció en Valladolid en marzo de 1981.
José María Setién Alberro (1928)
El obispo de la diócesis de San Sebastián vino al mundo en Hernani el 18 de marzo de 1928. Estudia el bachillerato en el Colegio de los Hermanos del Sagrado Corazón de San Sebastián e ingresa en el seminario de Vitoria. Es ordenado sacerdote en 1951, y el 1 de julio celebra su primera misa en Hernani. Profesor de Teología en el seminario de Vitoria, en 1960 acepta la cátedra y decanato de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de Salamanca. En 1972 es nombrado obispo auxiliar de San Sebastián y en 1979 accede a la titularidad. Entre sus publicaciones cabe destacar: La iglesia y lo social, La Iglesia y las libertades políticas, Conflicto cultural y comunidades cristianas, a las que habría que sumar numerosas conferencias y artículos en prensa y revistas especializadas.
Hermanos Adarraga Elizaran
Saga de atletas hernaniarras compuesta por cuatro hermanos:
— José Luis, recordman de España de pentatlón y varias veces campeón nacional de relevos 4x400.
— Juan Bautista, campeón de España de 800 m. en 1944, 1946 y 1948, batiendo ese año el récord nacional de la distancia, lo que vuelve a repetir en las Olimpiadas de Londres.
— Bernardino, sucedió a su hermano como recordman de pentatlón; fue campeón de España de decatlón en cuatro ocasiones, y batió el récord nacional en otras seis.
— Fernando: con sólo 17 años, el benjamín de los Adarraga ya era campeón de España de salto con pértiga, especialidad en la que destacó como recordman nacional en cinco oportunidades, y con la que obtuvo la medalla de oro en los Juegos Iberoamericanos celebrados en Santiago de Chile.
Elias Querejeta (1934)
Nació el 27 de octubre de 1934 en Villa Gurutze, escenario de sus principales andanzas infantiles.
Compagina los estudios de Química y Derecho con el fútbol, llegando a jugar como titular del primer equipo de la Real Sociedad, hasta que lo que dejó porque, según confiesa, “me aburría”.
En los pases privados que organiza con sus amigos de Hernani descubre su gran pasión: el cine. Desde entonces, decide encaminar sus esfuerzos a la creación cinematográfica. En 1957 marcha a Madrid; en 1960 filma sus primeros documentales, y participa en el guión de Los inocentes de J.A. Bardem antes de iniciarse en las labores de producción con el director Antton Eceiza.
A lo largo de los últimos treinta años ha producido más de cincuenta películas y conquistado los principales galardones en los festivales internacionales. Elias Querejeta está considerado como una figura pionera en las artes cinematográficas españolas, cuya impronta se refleja en las creaciones de los principales realizadores con los que ha trabajado (Carlos Saura, Jaime Chávarri, Víctor Erice, Win Wenders, Manuel Gutiérrez Aragón, Ricardo Franco, Montxo Armendáriz...). Elias es además padre de una prometedora directora, Gracia Querejeta.
Cesáreo Gabarain Azurmendi (1936-1991)
Desde joven alternó los estudios sacerdotales con sus grandes aficiones: la música, la poesía y el deporte. Fue profesor del colegio de los Maristas de Chamberí, en Madrid, antes de licenciarse en Teología, Moral, Filosofía y Letras, y Periodismo. Con tan sólo 23 imparte ya clases de ritmo gregoriano en la Escuela Superior de Música de Madrid. Autor de un gran número de obras musicales, impartió además cientos de conferencias y cursillos sobre música por toda España y en el extranjero (París, Roma, Oporto y Nueva York). Su afición al ciclismo le convirtió en el “Pater” de varias ediciones de la Vuelta a España, y obtuvo el título de entrenador de baloncesto.
Martín Zabaleta (1950)
Montañero hernaniarra, en 1980 se convierte en el primer montañero vasco en pisar la cima del Everest en compañía de un sherpa.
María Rosa Ayerbe Iribar (1954)
Doctora en Historia por la Universidad de Barcelona, profesora de Historia Medieval, Paleografía y Diplomática Española y de Metodología de la Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Deusto, donde fue la primera mujer que desempeñó un decanato. Actualmente es profesora titular numeraria de Historia del Derecho y de las Instituciones en la Facultad de Derecho de San Sebastián.
Autora de numerosas obras de investigación como Un Señorío en Guipúzcoa: los Guevara (siglos XIV-XVI), Aportación al estudio del régimen señorial de Castilla (tesis doctoral, 1984). Junto a su marido el también investigador Luis Miguel Diez de Salazar Fernández (fallecido en 1990), dirige la edición de las actas de las Juntas Generales de Guipúzcoa desde el siglo XVI, de las que hasta esta fecha se han publicado ya 14 gruesos volúmenes. En la actualidad prepara un estudio en profundidad sobre la familia hernaniarra de los Hereñozu que próximamente saldrá a la luz.
[289] LARRAMENDI, Manuel de. Corografía o descripción general de la Muy Noble y Muy Leal Provincia de Guipúzcoa. Sociedad Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones. San Sebastián, 1969, p. 58.
[290] MARTÍNEZ DE ISASTI, Lope. Op.cit, p. 527.
[291] AGUIRRE SORONDO, Antxon. Hondartzaileak: Los areneros guipuzcoanos. Anuario de Eusko-Folklore. Fundación José Miguel de Barandiarán. San Sebastián, 1991, pp. 31 ss.