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Hernani y los hernaniarras
Antxon Agirre Sorondo, 1997

 

ASÍ SOMOS, SI ASÍ NOS VEN

 

      El paso por nuestra provincia en abril de 1565 de la reina Isabel de Valois, joven esposa de Felipe II que iba a Bayona para entrevistarse con su madre la reina de Francia Catalina de Médicis, produjo una auténtica revolución en la provincia y no pocos desvelos para agasajar con dignidad al cortejo real. En diferentes reuniones las Juntas Generales dispusieron movilizaciones de hombres y también cuantiosos gastos, dieron orden para el abastecimiento de trigo, carnes y otros alimentos, y para distintos arreglos en villas, calzadas y caminos[281]. Con la entrevista Catalina esperaba recuperar la confianza de Felipe II, después de que la corte francesa se negase a reprimir la herejía calvinista y a hacer efectivos los decretos del Concilio de Trento (julio 1565). Desgraciadamente nada se resolvió en Bayona y poco después estalla otra guerra de religión, la de los hugonotes, que distanciará aún más a ambos reinos, lo que se complica tras la temprana muerte de doña Isabel (13 de octubre de 1568).

      La Junta guipuzcoana estableció un férreo protocolo de actuación y señaló cuántos vecinos armados de cada comarca debían acudir al recibimiento. Así, Hernani organizaría una compañía con los “hombres más escogidos”, Asteasu pondría 24 hombres, 60 Aya, 10 Urnieta, todos arcabuceros, con munición y morriones. Se ordena que no lleven banderas, sino que se les entregará una con los símbolos de la provincia, al tiempo que se nombran comisarios para comprobar que en las distintas zonas se preparase suficiente ganado vacuno, ovino y caprino, tocino, cecina, pan, cebada, avena, paja, habas, mientras que otros delegados se ocuparían de examinar las calzadas, caminos y puentes y de su arreglo si fuera necesario. Los mesoneros recibieron orden de disponer mucha, buena y limpia ropa, así como alimentos para personas y pienso para las caballerías[282].

      Unos años después, Felipe III cruza nuestra provincia camino de la frontera para entregar allí a su hija Ana de Austria, infanta de 14 años de edad, quien casaría con Ludovico de Borbón, el futuro Luis XIII de Francia, lo que motivó una nueva movilización para su recibimiento y agasajo. El cortejo real entró por Salinas el 30 de octubre de 1615, donde le esperaban autoridades y gentilhombres. De allí pasa a Mondragón, deteniéndose a visitar una ferrería, y al anochecer Juan Ibáñez de Hernani les acogió para pernoctar en su casa de Oñate. Al día siguiente, tras la misa de la festividad de Todos los Santos, viajaron hasta Villarreal y las dos siguientes jornadas les llevaron a Villafranca y Tolosa. La regia expedición se detuvo a comer en el convento de las Agustinas de Hernani, donde salió a darles la bienvenida el Obispo de Pamplona. A las 3 de la tarde partieron para San Sebastián[283].

      El 24 enero de 1701 llega a Hernani Felipe V, aposentándose en casa de D. Juan Antonio de Leizaur con intención simplemente de reposar unas horas. Pero, por culpa de las grandes lluvias, el monarca tuvo que quedarse tres días entre nosotros.

      En mayo de 1599, dos estudiantes alemanes de camino hacia la corte tuvieron la mala suerte de que en Hernani fueron tomados por espías ingleses, y algunos vecinos propusieron que lo mejor para saber la verdad era torturar a su criado asturiano. En su relato escrito hablan del mal trago que pasaron al entrar en “Iomany”[284]:

 

      “Pero después habiendo pasado aquel río que se llama Brunzo (se refieren al Urumea) y que va a San Sebastián, y subiendo un poco arriba de la montaña, de continuo se descubre mucha gente atrás dando voces. Nosotros no sabiendo qué querrían, guardamos un poco hasta que llegaran y eran algunos labradores y aldeanos, el Alcalde y el Clérigo, los quales mostrando la vara de la Justicia, preguntaban qu gente éramos de aquel estado y officio y qué negocios teníamos para aquí; y si no harto recado trujiamos de nuestra tierra que con licencia de nosotros superiores fuimos para las Españas y otras infinitas curiosidades, dando a nosotros expresamente entender que tuviesen opinión de ser Ingleses y traidores, y por esto querrían primeramente tormentar mi criado. El Asturiano (el criado) respondió que él era Español viniendo agora de Flandes y nosotros estudiantes alemanes, que quisieran ir a la Corte del Rey de España para su servicio y hablar a nuestros parientes que vinieron con la Reyna de España doña Margarita de Austria. Pues el Clérigo comenzó a hablar latín y preguntar la causa de la nuestra viaje, al cual respondí yo que éramos concertado para ir a Salamanca y estudiar allí por algún espacio, mostrando las cartas de cambio dirigidas a los Mercaderes Alemanes en Lisboa y Sevilla, de manera que habiendo nosotros razón dejaron nosotros pasar libremente nuestro camino”.

 

      El Conde de Artois, hermano del Rey de Francia, y más tarde él mismo monarca con el nombre de Carlos X, fue objeto de un gran homenaje festivo al llegar a Hernani en 17 8 2[285]. Para tan augusto huésped y su séquito, se pidió pescado fresco a los arrantzales de Zarautz y Getaria, y productos agrícolas y cárnicos a Astigarraga, Andoain, Urnieta y Tolosa. Se prepararon habitaciones en el vecindario, se limpió a fondo la plaza, se adornó el ayuntamiento con guirnaldas y muebles prestados por los vecinos e incluso se corrieron vaquillas. Hizo el conde solemne entrada a las 8 de la tarde del 14 de abril, precedido de 59 ezpatadantzaris, músicos y clarines contratados para la ocasión, mientras sonaban salvas de escopeta y volteaban las campanas. Pasó a cenar al palacio de doña Rosa de Aragorri, y después, desde la casa concejil, engalanada con luces de sebo y aceite, presenció una exhibición de bailes. El esfuerzo económico fue enorme, pues Hernani tuvo que desembolsar 13.938 reales[286].

      ¿Y cómo era la Hernani que descubrieron los nobles viajeros franceses? Una ilustrativa manera de conocer las costumbres de la época es a través de los mandatos municipales, especie de reglamento de convivencia que cada año, el 1 de enero, el concejo examinaba y enmendaba, haciéndolos públicos el primer domingo a la hora de la misa mayor desde el púlpito (en euskera para que todos lo entendieran, aunque la escritura ante notario se hacía en castellano), y por lo cual el rector recibía una pequeña gratificación. Los mismos mandatos y con idéntico procedimiento se publicaban en el barrio de Lasarte. Unos años antes de la visita del Conde de Artois, el año 1766, los mandatos de Hernani fueron los siguientes[287]:

 

1º. Nadie podrá sin causa justa andar de noche por las calles ni cantar “ni relinchar” después del toque de oración de Animas (al anochecer) so pena de 500 maravedís y tres días de cárcel.

2º. Nadie podrá portar armas, cuchillos y similares.

3º. Los taberneros y mesoneros deben utilizar para la venta de vino y sidra las medidas afieladas por el concejo (es decir inspeccionadas); no venderán tras el toque de “campana de queda” (la que se hacía al caer el día), no facilitarán naipes de juego, ni venderán vino o sidra en tiempo de las misas mayores, vísperas, procesiones y rosarios. El castigo por incumplimiento era de 500 maravedís por cada vez.

4º. Que nadie juegue a la pelota, naipes, ni bolos durante el tiempo de celebración de misas, vísperas, rosarios o procesiones, pena de un ducado y dos días de cárcel por cada vez.

5º. Que los días de fiesta nadie trabaje con vacas, bueyes uncidos ni de otra forma sin licencia del párroco.

6º. Que se cumplan las ordenes reales sobre los lutos y trajes.

7º. Se penará con dos reales y medio de plata a quien entre en la iglesia o lugares sagrado con el pelo atado.

8º. Que los horneros de pan cobren por su trabajo lo acostumbrado, y las panaderas amasen panes con el peso establecido y lo saquen del homo bien cocido, pues si no lo hacen serán multados.

9º. Que ni en despoblado ni en caserío alguno se toque el tamboril ni otro instrumento alguno sin que esté presente el señor alcalde, como ordena Su Majestad.

10°. Que ninguna persona que tenga en venta vino o aguardiente lo saque tras el toque de la campana de queda, pero sí servirá por orden del médico o del cirujano de la villa.

11°. Se recuerda el título 27 de los Fueros de la Provincia, que decía que sólo pueden ser invitados en misas nuevas, funerales y bodas los parientes hasta el tercer grado, y para los bautizos el compadre, la comadre y hasta seis personas.

12°. Que en los términos concejiles nadie corte árbol, ramas, ni siquiera leña para uso fuera del concejo, sin licencia municipal, y a quien delatare a otro que lo estuviera haciendo se le gratificará.

13°. Que nadie dé abrigo a contrabandistas o defraudadores de las rentas reales, y si se llegasen a sus casas pasen aviso a la justicia.

14°. Que nadie siembre tabaco, ni participe de compras o ventas ni en verde ni en seco, so pena de multa.

 

      Gaspar Melchor de Jovellanos, famoso político y escritor, visitó Hernani en 1791, adonde llegó a caballo desde San Sebastián. Sobre su iglesia, de la que dice tiene dignidad de catedral, escribe:

 

      “Retablo de arquitectura, esculturas muy medianas, en el presbiterio. Al lado del Evangelio la sepultura del célebre Juan de Urbieta, que prendió a Francisco I de Francia en Pavía: inscripción en lienzo que copiara el beneficiario con la cédula de Carlos V, en la que concedió el blasón y acaso el testamento y otras memorias”.

 

      Además le llama la atención el paseo con su preciosa arboleda situada tras la iglesia, con altas hayas, el juego de pelota, la plaza y la vega a la espalda del pueblo. Describe a los hombres que iban al mercado de Tolosa con estas palabras:

 

      “vestían camisa bien limpia, calzón de lienzo o paño, justillo sin mangas, de bayeta o de estameña, una chamarra con ella al hombro, nunca puesta, albarcas o alpargatas con peales de márraga negra con listas blancas o al contrario; en la cabeza, sombrero o montera achatada en lo alto, algunos con gorra flamenca, tejida, resto de los antiguos bonetes.

      Las mujeres con justillo, en mangas de camisa, medio pañuelo al pecho (que es por lo común escaso), saya de bayeta o lienzo pintado, mandil de tetilla del Bearn negra y encarnada, a cuadros, de graciosa vista en la cabeza, pañuelo blanco extrañamente atado. Son de regular estatura, algunas muy altas, ágiles y limpias, aunque no me parecen serlo tanto como las vizcainas”.

 

      La reina regente Dª María Cristina de Austria vino a Hernani el 19 de agosto de 1887 para comprobar los daños sufridos durante la última guerra carlista. A la entrada se le colocó el tradicional arco de honor, y salieron a recibirle las autoridades de la época. Después de escuchar un Te Deum en la iglesia, la comitiva visitó las escuelas y el asilo, así como la casa del General Barrenetxea. El 30 de agosto de 1894 volvió a girar visita a Hernani Dª María Cristina, y la familia real al completo en 1900[288].

 

 

 

 

[281] DIEZ DE SALAZAR FERNÁNDEZ, L.M., AYERBE IRIBAR, M.R. Op.cit. Tomo IV, p. VII.

[282] Ibídem. Tomo IV. pp. 9-18.

[283] MARTÍNEZ DE ISASTI, Lope. Op.cit., p. 277.

[284] Dos alemanes en Vasconia: Mayo de 1599. Caja de Ahorros Municipal de la Ciudad de Vitoria. Vitoria, 1972. Fol. 12.

[285] A.M.H. E/1/1/6.

[286] MURUGARREN ZAMORA, Luis. Hernani, su historia e instituciones. Op.cit., p. 3.

[287] A.P.O. Secc. III. Leg. 1.371, fol. 1.

[288] BLAS ZULETA, Luis. Hernani entre dos guerras: 1872-1936. Medio siglo de vida de Hernani. Ayuntamiento de Hernani, 1985, pp. 53 ss.