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Usoa Barrutiabengoa Olazabal / Nerea Elias Muxika
Garoa González Fernandino / Araitz Rodríguez Gutiérrez, 2004
 FRANQUISMO Y SISTEMAS DE GÉNERO | MUJER E INDUSTRIALIZACIÓN EN HERNANI | MUJER Y PUPILAJE 

 

MUJER E INDUSTRIALIZACIÓN EN HERNANI

 

      Los valores, las expectativas y las ideologías de género que hemos analizado en el apartado anterior nos serán de gran ayuda a la hora de explicar las labores que desempeñaron las mujeres en Hernani durante la industrialización. De hecho, a pesar de que las personas ha sido capaz de elaborar, como agente social, estrategias adecuadas para cada contexto histórico y cultural, es indudable que dichos contextos pueden tener una influencia vital en nuestras vidas.

      En el período al que hacemos referencia en este trabajo, las mujeres de Hernani realizaron numerosas aportaciones de gran importancia. Como hemos explicado anteriormente, dentro del “ideal de familia” creado por el franquismo, el marido era el que “ganaba el pan”, y la esposa la encargada del “cuidado y la gestión del hogar”. Pero ese modelo de familia, ese sistema de género, se construyó sobre una profunda contradicción y, por tanto, se daba una clara falta de sintonía entre el ideal y lo que en la realidad sucedía. Aunque los maridos quisieron retener a sus esposas en casa, ese deseo se enfrentó a la realidad de la escasez de sus sueldos. Con esos reducidos sueldos era casi imposible que la unidad doméstica de trabajo sobreviviera. Esa contradicción originó la creación de un mercado paralelo.

      La imagen de las mujeres que se ocupaba “exclusivamente” de las labores del hogar se convirtió en un “ideal” inalcanzable. La necesidad de complementar el sueldo del marido y garantizar así el bienestar de la unidad doméstica llevó a crear un mercado de segundo orden, un “mercado sumergido” que no está registrado en las estadísticas; ese mercado estaba constituido por actividades destinadas a la producción de bienes y servicios.

      Hemos conocido la existencia de muchas mujeres de Hernani que trabajaron en el denominado “mercado sumergido”. Esas mujeres no figuran en los archivos y censos oficiales. Si estudiamos los censos, podríamos decir que la relación mujer-mercado laboral era esporádica. Hay muchos documentos que recogen casos de mujeres que trabajaban en fábricas o como criadas antes de contraer matrimonio, y cuya actividad, una vez casadas, viene designada como “sus labores”, categoría tras la que se esconden todas las tareas desarrolladas por las mujeres en silencio, sin recibir remuneración alguna a cambio. Pero, a pesar de no figurar en los documentos históricos, las historia oral nos ha permitido recuperar las vivencias de aquellas mujeres.

      Para las mujeres, trabajar en el “mercado sumergido” constituía una estrategia con la que conseguir algún ingreso para el hogar, a través de diferentes estrategias vitales. Así, algunas, como Arantxa, realizaba labores de costura en su propia casa. Arantxa es natural de Hernani, nacida en un caserío. En su juventud trabajó como lechera para ayudar en la economía del caserío. Una vez casada, el matrimonio adquirió una vivienda en el pueblo. El marido trabajaba en una fábrica, pero no ganaba lo suficiente para afrontar todos los gastos. Así pues, Arantxa comenzó a coser albornoces para lograr algunos ingresos que aportar a la economía doméstica:

 

      Ba nik garai hartan albornozak itte nittun. Lehen hemen etzan estilaure itten albornoza, oain etxeako baiño, lehen frantsesentzat itte zian. Frantsesak etortzen tzian tranbian ta dena eamate zuen dendatik. Ta zu kontuatzen zea ba oso esklabua, oso diferenta dala [...]. Baiño nee gizonak irabazten zun soldatatik, hilero, ordun astero kobratze zan, gelditzen zan bakarrik aste bateko, bestea dana Caja de Ahorrosantzako. Ta aste hortakokin ein behar zenun argia ta... Ordun nik lan asko itte nun, dendako lan asko itte nun, baiño bizimodue oso gorra. Arantxa.

      Pues en aquel tiempo, yo hacía albornoces. Antes aquí no se estilaba el albornoz, ahora en casa sí, pero antes se hacía para los franceses. Llegaban en tranvía y se llevaban toda la tienda. Y te das cuenta de que era muy esclavo, era muy distinto [...]. Pero con del sueldo que ganaba mi marido al mes, entonces se cobraba a la semana, te quedaba lo de una semana; todo lo de más era para la Caja de Ahorros. Y con lo de una semana tenías que sacar para la luz... Yo trabajaba mucho, para la tienda, pero la vida era muy dura. Arantxa.

 

      Arantxa define el trabajo que realizó durante años como un trabajo “esclavo”. Nos contó que en su trabajo no tenía horario fijo, que en cualquier momento podían llamarle de la tienda para pedirle que cosiera otros diez albornoces. Trabajaba de noche, los fines de semana, disponía de poco tiempo para ella y para su familia.

      Mercedes también conoció lo que era trabajar en el “mercado sumergido”. Como comentaremos más adelante, era habitual que las mujeres pasaran del “mercado sumergido” al mercado oficial, y viceversa[41]. Mercedes[42] conoció ambos. Trabajó en Zikuñaga desde los catorce años, pero además del trabajo de la fábrica, recuerda que las mujeres de la familia hacían bolsas de celofán en casa:

 

      En casa, luego había ese tipo de trabajo también, ese tipo de trabajo traían las personas que trabajaban en esa misma empresa, en Zikuñaga. Y traía a casa, y en casa yo me acuerdo, mis hermanas mayores y yo. Entonces era muy común la telenovela, y entonces con la radio y tal enchufada y tal, en una mesa así, amplia, una bacía una cosa, la otra... era un trabajo así, en común. Pues en la familia trabajábamos así [...], los trabajos que yo os estoy diciendo eran absolutamente femeninos. Y era un trabajo extra que lo pagaban también extraoficialmente. Que eran pelas, era un trabajo extra para sacar dinero. Mercedes.

 

      Como dice Mercedes, los trabajos que se hacían en casa para la empresa Zikuñaga los realizaban las mujeres, extraoficialmente, y se les pagaba también extraoficialmente.

      Las experiencias de Arantxa y Mercedes son dos buenos ejemplos del trabajo “sumergido”. Pero no son casos excepcionales, sino el reflejo de una realidad muy común en aquella época. Y dentro de la realidad del “mercado sumergido” debemos destacar también la labor de las patronas, que estudiaremos más adelante en profundidad. Esos ejemplos muestran hasta qué punto el trabajo de aquellas mujeres y el dinero conseguido a través del mismo eran fundamentales para la subsistencia de la unidad doméstica de trabajo, y ponen en entredicho la idea de que era sólo el marido el que “ganaba el pan”. Como conclusión, podemos decir que para hacer un análisis de la situación social es necesario pasar del punto de vista de los valores, de las ideologías al terreno de lo que en realidad sucedía, ya que de otro modo sólo conseguiremos deformar la historia.

      También había mujeres que trabajaban en las fábricas junto a los hombres[43]. Eran mujeres solteras y viudas en su mayoría, ya que hasta 1962 estuvo en vigor la ley que obligaba a las mujeres a dejar el trabajo una vez casadas.

 

      Emakumiantzako lana zegon Karrero fabrikan, ta gero beste Morencos. Neskak han, behin hamalau urtezkeoz. Ta ondo hemen, porque había trabajo pa todos. Eta beno, andriak eta emakumiak klaro behin ezkonduz geotz etzuten lanik itten, itten zuten lan etxian. Asun.

      Había trabajo para las mujeres en la fábrica Carrero, y en Morencos. Allí las chicas, a partir de los catorce años. Y aquí bien, porque había trabajo para todos. Y bueno, las mujeres, una vez casadas, no trabajaban, trabajaban en sus casas. Asun.

 

Talleres de confección Carrero.
Archivo Municipal de Hernani.

 

      De todas formas, incluso dentro de las propias fábricas, la división sexual del trabajo era muy estricta. A las mujeres les encomendaban las faenas más “fáciles”, las que no exigían ninguna responsabilidad ni proporcionaban prestigio alguno. Además, era habitual que el sueldo de las mujeres fuera menor que el de los hombres.

      En las entrevistas que hemos realizado para elaborar este trabajo, hemos reunido opiniones de todo tipo sobre el trabajo que las mujeres realizaban en las fábricas; para algunas personas, trabajar en una fábrica no tenía ninguna carga negativa. Tal y como dice Asun en la cita anterior, era algo común que las mujeres trabajaran en la fábrica desde los catorce años hasta que se casaban, algo que se veía con total normalidad. Para otras personas, en cambio, trabajar en la fábrica estaba muy mal visto, según Arantxa, tan mal visto como lo está ejercer de prostituta hoy día.

 

      Ordun fabriketan nahi zonak lan itten zun, baiño nola esangoizut, garai hartan fabrika jute zana, mentalidadea hala zan, izate zan, ba nola esangoizut, gaur nola putaetxe batean lan eingo balu, en un club de esos... Gaizki ikusia zeon, gaizki ikusia zeon, hola izate zan. Emakumientzat hala izate zan. Emakumeak etxeko lanak, etxeko gauzak eta beno, josi ta, oso diferentea zan, oso diferentea zan. Arantxa.

      En las fábricas trabajaba quien quería, pero, como te diría yo, la que iba a la fábrica en aquel tiempo era como si trabajara en un prostíbulo boy, en club de esos... Estaba mal visto, era así. Para las mujeres era así. La mujer, a las labores de casa, labores de casa y, bueno, costura, era muy distinto, muy distinto. Arantxa.

 

      Como hemos visto, en casa de Arantxa realizaban labores de costura. El terreno del hogar era más “seguro” para las mujeres. La fábrica, en cambio, era un espacio mixto que propiciaba las relaciones entre hombres y mujeres. La fábrica era un lugar “peligroso” si tenemos en cuenta la moral de la época, las ideas sobre la docilidad de las mujeres, la castidad y otras ideas de ese tipo. Por otra parte, no debemos olvidar que era también un espacio público, y que las mujeres que trabajan en la fábrica participaban en el sistema de producción. Eso rompía con la imagen de mujer apegada al hogar y dedicada a la reproducción. Y cuando se rompen esas imágenes “ideales” se produce el rechazo.

 

 

 

 

[41] La relación de las mujeres con el mercado laboral oficial variaba según su ciclo vital (infancia, juventud, matrimonio, viudez...). Era habitual saltar del mercado oficial al extraoficial y viceversa. La antropóloga Carmen DIEZ emplea el concepto de “intermitencia” para explicar las entradas de las mujeres a los mercados laborales oficiales en su trabajo Relaciones de género en Donostialdea y en la Ribera de Navarra.

[42] Mercedes fue miembro y directora del sindicato JOC (Juventudes Obrera Católica). Fue una de las participantes más activas en la primera huelga que las mujeres protagonizaron en Hernani.

[43] Para saber más sobre las mujeres de Hernani que trabajaban en fábricas y sobre la importancia que tuvieron en la creación del movimiento obrero, véase; GOROSPE, Begoña, Crónica de las mujeres de Hernani 1940-1980. Estudio sobre la aportación de las mujeres de Hernani a la reconstrucción del movimiento obrero organizado de 1940-1980. Inédito.

 

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