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Voces en el desván
Usoa Barrutiabengoa Olazabal / Nerea Elias Muxika
Garoa González Fernandino / Araitz Rodríguez Gutiérrez, 2004

 

MUJER Y MERCADO

 

 

La comercialización de los productos

 

      La venta o comercialización de los productos del caserío era una actividad fundamental para su economía. Generalmente, empleaban el dinero obtenido en la venta para comprar los productos de los que carecían en el caserío (aceite, tejidos, azúcar, etc.). En otros casos, si el casero era arrendado, también destinaba ese dinero al pago de la renta.

      Los productos agrícolas se ponían a la venta, pero no sólo en el mercado o la feria. Había otra manera de “comercializarlos”: venderlos directamente a las tiendas, y también había quien suministraba el género directamente a las casas particulares.

 

 

La mujer, proveedora

 

      Cuando hablamos de la vida en el caserío, debemos destacar que la principal fuente de ingresos la constituía la comercialización de productos agrícolas, actividad cuyo protagonismo acaparaban las mujeres; las mujeres eran el principal y, a veces, único sustento económico del grupo del caserío. En definitiva, las mujeres embolsaban importantes sumas de dinero para el espacio doméstico vendiendo productos agrícolas. Por lo tanto, la mujer baserritarra era la proveedora de la unidad doméstica. Y era la proveedora, no sólo porque realizaba la venta en el mercado (ganancias económicas), sino también porque compraba en el mercado (obtención de productos) y tomaba parte en la producción del caserío. Dentro de las labores productivas, le correspondía hacerse cargo de las materias primas que necesitaban diariamente (los productos de consumo diario eran producidos por las mujeres).

      La madre de Petra, por ejemplo, proveía a la unidad doméstica habitualmente, es decir, la madre era la fuente de ingresos de la casa. El padre no aportaba ni un céntimo a la economía familiar, aunque tuviera algún ingreso. Eso sucedía más a menudo de lo que pudiera parecer. Los hombres, aunque trabajaran, no aportaban el dinero que ganaban a la economía familiar. Por tanto, las mujeres, mediante la venta de productos, suministraban dinero a la casa. Pero para desarrollar adecuadamente dicha actividad, tenían que hacer frente a numerosos retos. Por ejemplo, las mujeres que se dedicaban a la venta de la leche de vaca debían afrontar como podían las épocas en que las vacas producían poca leche.

      Ésa era la situación que Petra conoció desde muy pequeña: a pesar de que su padre trabajaba, no ayudaba en la economía familiar, y era la madre la que tenía que trabajar para mantenerse ella y mantener a sus hijos e hijas. Uno de esos trabajos consistía en vender leche, tarea que más adelante tuvo que ejercer Petra. Recuerda muy bien, además, el rendimiento que se podía sacar a unas mazorcas:

 

      Amai gutxi, no le daba nada [aitak]. La madre tenía que sacar cuentas de la cuadra, claro. Y luego había temporadas que las vacas estaban preñadas, y claro, hasta que ellas saldrían..., no había leche, entonces pues la mujer se veía muy mal. Algo rejuntan tenía pero pa pasar todo el tiempo ese no. ¿Qué hacíamos? Cuando el padre se marchaba a Oiartzun al monte, ... artua aletu. Mi madre y mi hermana y las tres artua aletzen gendun, bakizu gero, lokotsa hori erre eitten genun sutan, artua, igual diez kilos o doce kilos ta denda eamaten gendun. Petra.

      A la madre poco, no le daba nada (el padre). La madre tenía que sacar cuentas de la cuadra, claro. Y luego había temporadas que las vacas estaban preñadas, y claro, hasta que ellas saldrían ..., no había leche, entonces pues la mujer se veía muy mal. Algo rejuntan tenía pero pa pasar todo el tiempo ese no. Que hacíamos? Cuando el padre se marchaba a Oiartzun al monte, ... desgranar maíz. Mi madre, mi hermana y yo, a desgranar maíz, ya sabes, luego esas mazorcas las asábamos al fuego, y el maíz, igual diez kilos o doce kilos, lo llevábamos a la tienda. Petra.

 

      La venta de botes constituía otra fuente de ingresos. Una vez utilizados los botes de tomate, pimientos... los limpiaban bien y los vendían, para sacar un dinerillo. “Zuk lata iriki tomatiana, piperrana, iriki latak e, eta ur pixkatekin garbittu o pasa, tapakin itxi eta gorde ta etortzen zien ta nik potu hoi denak les vendía, no sé cuanto me pagarían, enaiz goatzen. “(Tu abrías las latas, de tomate, de pimientos... lo limpiabas un poco con agua, le ponías la tapa y yo todos esos botes les vendía, no se cuánto me pagarían, no me acuerdo.) Cuando llovía, todos los rincones se llenaban de caracoles, que recogía y preparaba para la venta. Todo valía, ya que el padre no ayudaba. “Sí, el padre era un trapero... era el guarda de los montes y ganaba mucho, pero para él.”

 

 

Organización de la vida cotidiana

 

      Las mujeres realizaban diariamente, como si se tratara de un empleo con horario fijo, una tarea fundamental para la supervivencia: la comercialización de los productos del caserío. La constancia de esa actividad garantizaba el abastecimiento de la unidad doméstica. Así lo explica Marta. Esas tareas diarias no podían suspenderse bajo ningún concepto, había que hacer frente al mal tiempo, a las largas distancias. Y siempre, cuidando muy bien de la mercancía.

 

      Sextuakin da jarri, ta geo marmita sartu han, da, sextuan, hara batzuk zintzilika ta bestian barrenen, ta hala. Eguraldi txarra bazen ta ona bazen, han jun bihar tzan, eman bihar tzian haik. Eta udara partian berua baldin bazan, esnia hoztu in bihar izaten zendun, ta hoztutzeko zea in bihar zan... Marta.

      Con la cesta, metías la marmita en la cesta, algunas colgando y otras metidas dentro, y así. Si hacía malo como si hacía bueno, había que ir, había que llevar aquello. Y en verano, si hacía calor, tenías que enfriar la leche, y para eso había que... Marta.

 

Imagen de la calle Mayor de Hernani.
Archivo Alunicigal de Hernani.

 

      Los caseríos producían para casa, por tanto, lo que comercializaban era, generalmente, los excedentes de dicha producción.

 

      Arraultzak eo hola eamaten giñuzen han, hola, porrua o halako gauza batzuk, zea etxeako baiño geyo baldin bazan eamaten giñun, ezkenun itten, etxeako itten gendun, ordun sobra baldin bazeon eaman, arraultzak eta baik bai... Marta.

      Llevábamos huevos, puerros y cosas así; si había más que para casa lo llevábamos, hacíamos para casa, entonces, si sobraba, se llevaban, huevos y cosas así... Marta.

 

 

Sistemas de comercialización de los productos

 

      Los productos se comercializaban de tres maneras, a menudo según el producto, y también según el criterio de quien fuera a venderlos: la primera consistía en llevar la mercancía al mercado y venderla; la segunda era la venta a domicilio; y la tercera, dejar los productos a la recadera. La decisión se tomaba en base a la estrategia de venta que cada unidad doméstica de trabajo eligiera.

      Había muchos mercados en los alrededores de Hernani, pero cada grupo tenía sus contactos y sus zonas. Algunos vendían en el mercado de Hernani. Existían dos zonas de feria diferenciadas: en Plaza Berri se realizaba la compraventa de ganado, y el mercado continuaba en Atzietas, lugar destinado al resto de productos agrícolas (verduras, frutas, pollos, cerdos...). En esa diferenciación hay una clara división por sexos. En Plaza Berri comerciaban los hombres, mientras que las mujeres iban a Atzietas. Parece que tradicionalmente la comercialización de animales ha sido una tarea realizada por hombres, por lo que ese mercado quedaba reservado para ellos, y el otro para las mujeres.

 

Un día de mercado en la entonces Plaza de los Fueros, hoy Plaza Berri.
Archivo Municipal de Hernani.

 

 

Mercado de Atzietas frecuentado habitualmente por mujeres.
Archivo Municipal de Hernani.

 

      Como hemos visto, los hombres también participaban en la comercialización. De todas formas, esa labor gozaba de distinta consideración y reconocimiento social dependiendo del sexo que la realizara y del producto con el que se comerciara. La venta de las mujeres se situaba en el contexto de lo cotidiano, era entendida como una actividad destinada a la subsistencia de la unidad doméstica. Sin embargo, en el caso de los hombres, la venta en el mercado era algo puntual, fuera de lo común, era considerada como una actividad festiva. El “día de mercado” de los hombres era un día libre, de ocio. Sin embargo, las mujeres salían al ámbito público, pero seguían vinculadas al abastecimiento, tanto en el contexto como en la función en que desarrollaban esa actividad.

      Eustaki nos cuenta, en esta cita, un ejemplo que ilustra muy bien la diferencia que acabamos de mencionar. La mejor será atender a sus palabras, y prestar atención al consejo que la abuela dio a Eustaki:

 

      ...Pues nik badet, gerra aurretikan aittona nun oso parranderua, baserrikua zan, baserriko seme zan aittona, baiño ze egiten zun? Ze egingo zun ba, ba peria jun, akordeoia zun, ta gero hiru egunetara etzen etortzen. Ta amonak blusa eta txapela ezkutatu itten zizkion peria ez juteagatik. Ta klaro la mujer, emakumiak ezin tzon utzi dena ta ospa ein, nola jungo zan ba bi, hiru, lau, bost, sei ume zortzi igual, hamaika igual, hamaika ume dauden baserritik emakumiak nola alde egin behar du? Ni blusa ni txapela, no puede salir, hankaz ta buruz lotua dago. Ta gizona berriz, nei amonak esaten zian, “Ikasi, danatatik ikasi Eustaki, baña behia jeizten ez ikasi, bestela peritik etzaizu gizonik etorriko. Eustaki.

      ...Pues yo tengo una de antes de la guerra, mi abuelo era muy juerguista, era de caserío, pero ¿qué bacía? Pues se iba a la feria, tenía un acordeón, y volvía a los tres días. La abuela le escondió la blusa y la boina para que no fuera a la feria. Claro, la mujer no podía dejar todo y marcharse, ¿cómo se iba a ir la mujer del caserío si tenía dos, tres, cuatro, cinco, seis criaturas, hasta ocho, once criaturas? Ni blusa ni txapela, no puede salir, está atado de pies y manos. Y de los hombres, mi abuela me decía: “Aprende, aprende de todo, Eustaki, pero no aprendas a ordeñar las vacas, que si no el marido no volverá de la feria”. Eustaki.

 

      Cualquier mujer podía sacar al mercado la producción, según la estrategia adoptada por cada unidad doméstica. A veces lo hacía la abuela, en otras ocasiones la esposa/madre, o la hija mayor, y había casos en los que madre e hija iban juntas. La decisión respondía a la división de trabajo establecida en las actividades de cada unidad doméstica.

      Otras mujeres debían desplazarse más lejos para realizar la venta; acudían, generalmente, a los mercados de Donostia (Bretxa, San Martin, Gros). Hay que tener en cuenta que en Hernani sólo había feria los jueves, y en Donostia, sin embargo, abrían el mercado todos los días. Además de la venta en el puesto, las mujeres practicaban la venta ambulante, casa por casa, como ya hemos citado. Algunas tenían sus “receptores”[17] en el mismo Hernani, otras iban hasta Donostia, por ejemplo, a vender leche. La mayor fuente de ingresos de Eustaki era precisamente la venta directa a la clientela. Realizaba el trayecto en tranvía, y así suministraba a todos sus clientes.

 

      Bai, guk baserritik eramaten gendun, eta gu tranbian jesten ginan Prim kalean, esnea banatzen gendun calle Larramendi, Easo, Injentea, eta Bretxan ateatzen ginan. Tranbia bitartean buruzista Peña Floridara eramaten zigun, eta han gendun Donostiako emakume bat, hua atera eta Bretxara eramaten ziguna, orduan, gu partizioa eginda, 2 marmitekin hemen 2 litro, bestean 3, hor 4, guk dana errekorrido hori egin eta ailegatzen ginen Bretxara eta buruzista han zegoen... Eustaki.

      Si, nosotras lo llevábamos del caserío, bajábamos del tranvía en la calle Prim, repartíamos la leche en calle Larramendi, Easo, Ljentea, y salíamos de la Bretxa. El tranvía nos llevaba a Peñaflorida, allí teníamos una mujer de Donostia, que nos la llevaba a la Bretxa, y así hacíamos el reparto, con 2 marmitas, 2 litros aquí, 3 allí, 4 en el otro, hacíamos todo el recorrido y llegábamos a la Bretxa... Eustaki.

 

      La decisión de acudir a Donostia podía estar motivada por muchos factores, y tenía sus ventajas e inconvenientes, por lo que las mujeres utilizaban toda clase de estrategias para sacarle la mayor rentabilidad posible.

      Entre los inconvenientes, caben destacar los siguientes: el gasto del transporte y el pago del impuesto para la venta (llamado “derecho”), de pago obligatorio para quienes accedían a los mercados). Por otra parte, en Donostia el control era mucho mayor. Recordemos, una vez más, que era la capital, y un importante enclave turístico. La leche era sometida a estrictos controles. Y quienes tenían en ese producto su fuente de ingresos, pasaban grandes apuros para superar los controles diarios. Eustaki se las veía y se las deseaba cada vez que acudía a Donostia a vender leche. Tenía que pasar controles para medir la pureza de la leche todos los días. Como veremos, la gente le añadía agua, para poder vender más cantidad, y aquellos controles tenían como fin el impedir dichas prácticas.

 

      Baina Donostian gauzak saltzeko, beste zea bat zen, hori gobernuaren kontua zen, beste ofizialtasun bat zun, eta nik esaten dizut hau, ni esnea partitzera ohitua negolako amantalakin, marmitakin jun, eta esnia errepartitzera, eta gero horren berri, esnea neurtzen zuten inspektore harek eramaten zituzten gaur bomberos daren hortan, “¿usted lleva leche?” edo saldu bazenun edo hutsa zeramakizun... segi. Eramaten zinuzten gaur bonberos dagon horta eta analizatzen zizuten esnea, ura bazun ala ez, eta bakoitzak bere beldurra pasatzen gendun, porque, klaro, hortara dijoana zuk ez dakizu esnia analizatzen, zuk esnia baserritik damakizu, baiño, klaro, behiak harek jeitsi ditu, anaiak jeitsi du, marmitak jarri dizkizute astoan, hara juten zea, ta galdetzen dizu “¿Tiene agua?” y te quedas así. Eustaki.

      Pero vender en Donostia era otra cosa, eso era asunto del gobierno, tenía su oficialidad, te lo digo yo, que estaba acostumbrada a repartir la leche con delantal y marmita; ibas y un inspector media la leche, te llevaban a donde están ahora los bomberos. “¿Usted lleva leche?” Si habías vendido o ibas de vacío... adelante. Te llevaban donde están ahora los bomberos y analizaban la leche, si tenía agua o no; y pasábamos nuestros miedos, porque claro, tú no sabías analizar la leche, tú llevabas la leche del caserío, pero las vacas las había ordeñado tu hermano, a ti te habían puesto las marmitas en el burro, e iban y te preguntaban: “¿Tiene agua?”, y te quedabas así. Eustaki.

 

      Pero también tenía sus ventajas, porque en Donostia vivía más gente y cabía la posibilidad de vender los productos más caros (por la “categoría” de los habitantes de la ciudad).

 

      ...Donostira gindoazenez garestiago zen berdura Hernanin baino, Hernaniko denda batean, baino, harea eramatean tranbia pagatu egin bihar zendun, eraman bihar zan hareaño, beste gastu batzuk zian, hiriburua zenez, jendea kapritxozko jende ugari gehio zegoen... Eustaki.

      ...como teníamos que ir a Donostia, la verdura era más cara que en una tienda de Hernani, pero había que pagar el tranvía para ir allí, había que llevarlo allí, había otros gastos, porque era la capital, había más gente caprichosa... Eustaki.

 

      Pero, aunque se podían vender los productos a mayor precio, había que cuidar más la higiene y la limpieza. Había colocar muy bien ordenadas las frutas y las verduras; en casa las limpiaban previamente con un trapo, para quitar todas las impurezas. En cambio en Hernani, no se preocupaban de esas cosas, o al menos, no tanto. “Hemen ez da hainbeste exijitzen berdura nola dagon edo zer dan, diruari begiratzen zaio, baino han dirua kalidadea da. Eustaki. (Aquí no se exige tanto cómo está la verdura o qué es, se mira el dinero, pero allí, el dinero es calidad.) Eustaki

      Cada unidad doméstica vendía un tipo de producto, siguiendo su estrategia de comercialización. Algunos verduras y huevos; otros, solamente la leche de vaca. En la mayoría de los casos, además de la leche de vaca, ofrecían a la clientela otros productos que producían en el caserío, para cubrir sus demandas:

 

      Guk esnea banatzen gendun, bai, nitun hartzaileak, hartzaileak bagenitun, pues jendeak zuzenki eskatzen zizuna, berdura. Bihar ekartzen didazunean esnea, ekarriko dizkiazu porruk, ekarriko dizkiazu kilo bat babarrun, edo ekarriko dizkiazu... Ordun baziren pertsonak bakarrik bizi ziranak edo mediku, edo dentista, ta ordun esneakin batera eramaten zitzaien berdura, baino zuzenki hitzez hitz... Eustaki.

      Nosotros repartíamos leche; tenía clientes a los que repartía lo que te pedían directamente: “me traes puerros, me traes un kilo de alubias, o me traes...”. Entonces había gente que vivía sola, médicos, dentistas, y les llevabas las verduras a la vez que la leche, pero haciendo el trato directamente... Eustaki.

 

      El horario de trabajo de aquellas mujeres en el mercado venía marcado por los trabajos del caserío y los horarios del transporte; tenían que organizar perfectamente el día. De todas formas, debido a la guerra, a menudo se veían obligadas a improvisar y a modificar sus planes iniciales.

      Como se ha dicho anteriormente, las mujeres que salían fuera de Hernani tenían un horario de venta reducido. Si no vendían todo el género durante la mañana, debían ponerse en contacto con alguna mujer que tuviera puesto permanente en el mercado. A esas mujeres con puesto fijo en el mercado se les llamaba recaderas (erreka(r)derak)[18] Se hacían cargo del producto y lo vendían, y al día siguiente pagaban a la casera de Hernani el producto el precio previamente convenido (siempre inferior a lo que recaudaba la recadera, ya que ésta se quedaba con una parte, como recompensa por el servicio prestado).

      Algunas hernaniarras dejaban todo el género a las recaderas. Los consumidores de Donostia eran la principal fuente de ingresos de aquellas mujeres. Esa red de relaciones posibilitaba mantener el ritmo de ventas diario. El sustento económico de Eustaki era precisamente esa clientela, pero cuando había excedentes en el caserío, la única forma de venderlos era a través de las recaderas-.

 

      Berdura bagendun, ilarra, ilarra garaian; tomatea, tomate garaian; baina... saltzen genion rekadista bati. Adibidez Adarragako Xole, Xoleren ama, hori zen bere lana. Harek postua zakan eta hari saltzen genion fruta, berdura, harek ematen zigun duro eta berak, zer esango nizuke, kilo 4 pezta egiten bazun, zuri emango zizkizun 3, bat zuen berak irabazia. Baino berak eransten bazion 4 hari 2 erreal, ya ez zen bakarrik zure pezta, baizik eta bere irabaziak. Baino harek eramaten zun hartarako bakarrik goiz guztia, berdura hori saltzeko... Eustaki.

      Teníamos verdura, guisante, en época de guisante; tomate, en época de tomate; pero... se lo vendíamos a una recadista. Por ejemplo, Xole de Adarraga, su madre, realizaba ese trabajo. Tenía puesto y le vendíamos fruta, verdura, ella nos daba un duro y, qué te diría yo, si bacía 4 pesetas el kilo, a ti te daba 3, la cuarta era su ganancia. Pero si ella añadía a esas 4 pesetas 2 reales, ya no era sólo tu peseta su ganancia. Pero ella dedicaba toda la mañana a vender aquella verdura... Eustaki.

 

Entrada del tranvía por el hoy conocido como Calle Urbieta.
Archivo Municipal de Hernani.

 

 

Estrategias de transporte

 

      Las mujeres de los caseríos más alejados de los medios de transporte (tranvía y autobús de Perurena) bajaban sus productos en burro. Dejaban el burro en los árboles de Plaza Berri o amarrado en “Guardarríos”. Después, tomaban el tranvía que partía hacia Donostia en Plaza Berri.

 

      Ze geo Hernanira aillatu ta astoa kargatu ein behar tzan, ekartz eziñun gauzakin, lehenbizi hutsak, baño astoa kargatu ein behar tzan. Nun uzte zan astoa? Leku askotan, adibidez guk Guardarrios-eneko, o Errioguarda atze hortan, kanilla batzuk zian hor, Santa Barbarako pareta hortan, eta pareta hortan astoa lotzen gendun, astua kargatuta. Zerbait baldin bagenun uzteko, ze esango nizuke, ba, sesto bat hutsa, o marmita bat hutsa, Hernaniko zelako, Hernaniko esnea partitzen zelako, ba traste hoiek uzten zian Guardarriosen barruan; gaur komedorea da. Eustaki.

      Luego había que llegar a Hernani y cargar el burro, con las cosas que trajeras, había que cargar el burro con aquello. ¿Dónde dejábamos el burro? En muchos sitios, nosotras en Guardarríos, en la parte trasera de Errioguarda, había unas canillas, en esa pared de Santa Barbara, y ahí atábamos el bu rro cargado. Si había algo que dejar, por ejemplo, un cesto vacío, o alguna marmita vacía, porque era para Hernani, porque se repartía leche de Hernani, se dejaban en Guardarríos; hoy es un comedor. Eustaki.

 

      En ocasiones, aprovechaban el viaje que hacían al mercado para comprar otros bienes que faltaban en el caserío, por ejemplo, tejidos, aceite, jabón... La mayoría regresaba del mercado hacia el mediodía; si habían comprado algo, lo cargaban en el burro y partían hacia el caserío.

      El tranvía de Hernani se mantuvo en funcionamiento entre 1903 y 1958. Lo llamaban “Tximist gurdia” (Carro de chispas) por el ruido que hacía y los chispazos que producía. Aquel tranvía unía, entre otros núcleos, Hernani y Donostia; gracias a él se trasladaban a vender a Donostia no sólo las caseras de Hernani, sino también las de Astigarraga, Martutene y Loiola.

 

Trayecto del Tranvía.
Blas Zuleta, L (1992) “La pequeña historia de las comunicaciones de Hernani”,
Hernani 1992, Cultura Batzordea, Hernaniko Udala, Hernani, pág. 44/49.

 

      No había ningún problema para comercializar los productos en Hernani, pero si querían salir del pueblo, tenían que optar por utilizar algún transporte. En esa decisión influían, entre otros factores, la ubicación del caserío, el barrio de Donostia al que querían acudir a vender y el horario del transporte. Según nos cuenta Eustaki, por ejemplo, el primer caserío en el que vivieron estaba más cerca del autobús que el que vivieron posteriormente: “Ez, ez, tranbia zen hemen beran, baiño guri oso urruti... Ta autobusa, bai, hortik jute zan Aietetik zun linea, gaur Garayar du, baiña ordun Perurenak zun.” Eustaki. (No, no, había tranvía aquí abajo, pero para nosotras estaba lejos... El autobús iba por ahí, la línea iba por Aiete, hoy lo tiene Garayar, pero entonces era de Perurena.) Eustaki.

      También se tenía en cuenta la rapidez del transporte:

 

      Ta autobusa hartu o tranbia, tranbian izaten zan, baiño tranbian zeon arrisku bat, goizean sartu ta igual gauean ateatzen ziñela, aberi asko izate zon, eztet esango pixkat esageratua, baiño bi ordu, batean argia jun dala, ez dakit zer aberiatu dala... Arantxa.

      Entre autobús y tranvía, elegíamos el tranvía, pero tenía un peligro, que igual entrabas a la mañana y salías de noche; tenía muchas averías, no te diré algo exagerado, pero dos horas o así, que si se había ido la luz, que si se había averiado no sé qué... Arantxa.

 

 

Redes de relación

 

      Acudir al mercado era una forma de relacionarse para estas mujeres. Además de la misa de los domingos, el mercado era la forma de relacionarse con gente de otros caseríos y del pueblo.

 

Mujeres saliendo de un funeral.
Archivo Municipal de Hernani.

 

      Las redes de relación eran imprescindibles para desarrollar su labor. Como hemos visto anteriormente, se establecieron redes muy efectivas y eficaces con muchos comercios de Hernani, por ejemplo con “Guardarríos”. Esas redes se empezaban a tejer en Hernani (en el caserío de al lado) y se extendían hasta Donostia: compañeras de viaje, de mercado, familiares... Esas redes creadas entre las mujeres propiciaban que las caseras que vivían cerca unas de las otras bajaran juntas hasta Plaza Berri, para ir a Donostia. Petra era muy joven para viajar sola a Donostia, por lo que iba con una vecina hasta el mercado de San Martin:

 

      Aita zanak eitten zun, saskiya izaten zan, eta saarrak eskun bildu, eta ni juten nintzan, hor, baserritar batekin, Agerrekua, [...] ,hangoa, hango andria etortzen zan goitik bera, astua, dena kargatu esniakin ta berdurakin, ta gizona atzetikan, saskiya zula been frutakin, ta ni haikin batera juten nintzan, haik hemen izaten zian seiak laurden gutxi, bosteterdik, seiak laurden gutxi, hemen izaten zian, ta ni orduko pronto eoten nitzan, ta haikin batera jute giñan Plaza Berria, ta tranbia geo. Ordun tranbia bazeon, ta tranbia, eta tranbian kargatzen giñan ta gero juten giñan Donostia, San Martin, plaza. Petra.

      Mi difunto padre recogía las manzanas, y yo iba, con una casera, la de Agerre, ¿sabes?, una sobrina que tiene una sidrería en Elutxeta, pues la de allí bajaba con el burro cargado de leche y verdura, y el marido por detrás, con el cesto lleno de fruta, y yo iba con ellos; estaban aquí para las seis menos cuarto, cinco y media, seis menos cuarto, y yo estaba lista para entonces, y bajábamos a Plaza Berri, y luego al tranvía. Entonces había tranvía, y cargábamos e Íbamos a Donostia, a la plaza de San Martin. Petra.

 

      En cuanto a las redes de relación, puede decirse que se trataba de redes solidarias. En numerosas ocasiones, bajaban al mercado dejando al cuidado de una compañera a sus hijos e hijas. Otras veces, sin embargo, la criaturas se quedaban solas. Bastaban tres hermanos para cuidarse mutuamente. Eustaki y su hermana se encontraron muchas veces en esa situación. Su madre tenía que ir a Donostia, y las dos hermanas cuidaban la una de la otra, pero se les unían más niños y niñas:

 

      Ume hoiek ekarri zituzten, eta Donostiara ama esneakin juten zanean edo morroi batek kalera jeitsi behar zuenean edo neskamea etorri zenean, ba gu ekarri goizean goiz, adibidez 8:30etarako, hortxe Fueraportalesen koxkan exerita uzten giñun amak edo morroiak. Kalen koxkan exerita uzten giñun amak edo morroiak. Kalen koxkan geundela, hor etortzen zaigu ama 2 nexkekin eta “hor, a, begira, hor daude Eustaki eta Rosa, hoien ondoan txintxo. Txintxo egon zaitezte nik fabrikara joan behar det”, hola uzten zitun amak ere gure ondoan 2 nexka. Eustaki.

      Traían a esas criaturas... Cuando la madre iba a Donostia con la leche, o algún mozo o criada bajaban a la calle, pues nos traían por la mañana temprano, por ejemplo a las 8:30, la madre o el mozo nos dejaban sentadas ahí en el bordillo de Fueraportales. Estando allí, nos venía una madre con 2 niñas, y nos decía: “Ah, ahí están Eustaki y Rosa, quedaos a su lado formales. Quedaos formales, tengo que ir a la fábrica”, y así dejaba la madre a las 2 niñas con nosotras. Eustaki.

 

      Con lo descrito hasta ahora, ha quedado claro que para aquellas mujeres era imprescindible ir al mercado y vender sus productos para asegurar la continuidad y la reproducción de la unidad doméstica de trabajo. Por otra parte, debemos tener en cuenta que todo ello ocurría en el contexto de la guerra y que, por tanto, debían hacer frente a grandes peligros para poder desarrollar sus funciones.

      Cuando llegó la posguerra, el carácter abastecedor de las mujeres sufrió algunas modificaciones. La posguerra trajo muchos cambios al pueblo de Hernani, y esos cambios se reflejaron también en la vida cotidiana de las mujeres. La función abastecedora de las mujeres adquirió otra dimensión. Hasta entonces, la venta de la producción se había realizado dentro de una red legal. Pero, en la posguerra, el mercado legal tuvo grandes limitaciones, como consecuencia del racionamiento, y el mercado negro o ilegal cobró mucha importancia. Como explicaremos más adelante, la función abastecedora de las mujeres cambió: las mujeres se convirtieron en especialistas en el mercado negro.

 

 

 

 

[17] Receptores: clientela que compraba los productos a las caseras. Esa clientela recibía a diario leche de vaca, y compraba también otros productos agrícolas a través de las caseras.

[18] Así se les llamaba a las mujeres que tenían puesto fijo en el mercado en tiempos de la guerra. En la posguerra adquirió otras características.