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Hernani y los hernaniarras
Antxon Agirre Sorondo, 1997

 

HERNANI SE DIVERTE

 

      Los guipuzcoanos de los cuatro puntos cardinales sabemos que Hernani es uno de los pueblos de Euskal Herria donde mejor se interpreta el hecho festivo. Prueba inequívoca es la masiva asistencia que conquistan no sólo sus patronales sino todas y cada una de las convocatorias del denso calendario festivo hernaniarra. Pero tampoco es un fenómeno novedoso. Ya en el primer cuarto del XVII, Martínez de Isasti hacía crónica del gran “atractivo turístico” de su alarde de armas[260].

 

      “Hacen alarde de la gente del pueblo cada año el segundo día de Pascua del Espíritu Santo, juntándose hasta doscientos hombres con sus armas; por capitán sale el Alcalde ordinario, y por alférez el primer regidor, y por sargento el segundo, y tiran al blanco con arcabuces para ejercitarse, puestos premios al que mejor hiciere, con que están muy diestros, y acuden muchos hombres de los lugares cercanos a verlos”.

 

      Habida cuenta de que los alardes tenían como principal función la instrucción militar de la población, el concejo entregaba ese día pólvora para que los vecinos probaran puntería[261]. Para el acontecimiento se traían “tamborilero, tambor y pífano”, a los que se pagaba una buena comida[262].

 

 

TOROS Y NOVILLOS

 

      Si Larramendi sostenía que los guipuzcoanos al cielo irían por ver una corrida de toros, puede afirmarse que los hernaniarras descenderían a los mismísimos infiernos si fuera preciso. Porque, por encima de otras preferencias y subjetivas inclinaciones, lo que de verdad levantaba pasiones en nuestra villa eran las corridas, y su Ayuntamiento no escatimaba medios para que cada año por San Juan se lidiaran corridas y se corrieran encierros. Fueron nada menos que 16 los toros que se alquilaron en 1556, a un precio de 5 ducados por cabeza. Si alguno de los animales se “desgraciaba”, como ocurrió en 1656 con tres cabestros que se corrieron durante las fiestas de inauguración del nuevo retablo parroquial, se abonaba su valor y se sacaba a la venta su carne[263].

      El coso se organizaba en la misma plaza del pueblo, poniendo barreras de madera. En 1692 se adjudica la instalación de las vallas, arreglando las que se rompan (si se necesita madera para reponer alguna tabla, el concejo señalaba un árbol en el monte) e incluyendo las puertas de los toriles. El adjudicatario se comprometía a tapar con piedras y cal los agujeros abiertos en el empedrado para su colocación[264].

      Ante la gran carestía de carne, una Real Orden de 1754 prohibió la celebración de corridas de toros en la provincia[265]. Pero Hernani no podía pasar sin ellas, de modo que nombró un embajador ante la Corte que gestionase la autorización para celebrar “corridas de novillos y toros del País” sin muerte durante las fiesta de la degollación de San Juan (29 de agosto)[266]. Pues si faltaban toros, nadie consideraba que hubiera fiesta.

      Para las fiestas de 1849, los regidores deciden sondear a la cuadrilla denominada “Sosovarro” para que informen de sus tarifas a fin de hacer una novillada. Divulgada la noticia por el pueblo se levanta grandísima expectación ya que se pensaba que vendrían toreros, y ello obliga a dejarse de dudas y contratar a la cuadrilla siempre que pidiese menos de 800 rs.[267].

      Hacia 1929 se celebraban por San Juan y el domingo posterior unas populares corridas de novillos, improvisando una plazuela con tablas en Txantxilla, donde antes estuvo el cementerio, y para las autoridades se acondicionaba una tribuna.

      Hoy sólo se hace una soka-muturra en las patronales y por carnavales, y vaquillas en las patronales en una pequeña plaza de toros que se montan al efecto.

 

 

BAILES Y TAMBORILES

 

      La segunda actividad lúdica en la Hernani de antaño eran los bailes populares. Además de las verbenas y bailables de los domingos y festivos, se organizaban solemnes Ezpatadantzas o danzas de espadas con motivo de la Asunción, Corpus Christi y San Juan.

      A los danzantes el concejo les paga el almuerzo[268], y en alguna ocasión se les compraba el calzado necesario, como se hizo con los 13 intérpretes de los “bailes de troqueados” que se presentaron en las fiestas de inauguración del retablo de la parroquia en 1656[269].

      En las cuentas de 1715 se dice que el segundo día de corridas se bailaba la “Alagaidantza”[270].

      Ilustrativo del papel de los bailes en la dimensión lúdica de los hernaniarras es lo que se afirma en un acta municipal de 1850[271]:

 

      “Haciéndose cargo esta corporación de que la diversión favorita y de más aceptación en los pueblos que componen la Hermandad de Guipúzcoa, es la que proporcionan los tamborileros a cuyo son bailan y se distraen honestamente los días festivos los jóvenes de ambos sexos, y haciéndose cargo también de que un solo tamborilero no es suficiente en este pueblo, acuerdan nombrar y nombran por segundo a Cayetano Toledo de esta vecindad, señalándole 465 reales de vellón de renta anual”.

 

      Necesitado de un reglamento que regulase los derechos y deberes de su tamborilero municipal, el Ayuntamiento de Rentería tomó como modelo el que en 1910 estableció Hernani, y que se componía de 16 puntos[272] (se incluye en Anexos documentales).

      Ya en 1916 Hernani contaba, además de con los preceptivos tamborileros, con una banda de música municipal[273].

 

 

DEPORTE

 

      Por último, la tercera de las pasiones que dominan en el ánimo festivo de los hcmaniarras es el deporte. Antes de que las disciplinas de equipo se hicieran populares gracias a los medios de comunicación, el deporte por excelencia era la pelota, que despertaba expectación equivalente a los actuales partidos de fútbol. Hernani era uno de los escenarios predilectos para que los pelotaris de distintos pueblos de Gipuzkoa midieran sus fuerzas. Uno de Oiartzun, Sebastián de Gaztelumendi, y otro de Bera, Estevan de Ezponda, deciden batirse en nuestro frontón el 8 de noviembre de 1728, con 200 pesos enjuego. Si alguno de los contrincantes no se presentara indemnizaría al contrario con 40 escudos, y si alegara enfermedad tendrá que presentar informe médico. “El saque o Botadura y la escasa” se harían como se acostumbraba en Hernani, y se jugaría a once puntos por juego. El partido comenzaría a las 8 de la mañana, después de la misa.

 

Pelotaris y jueces del partido de inauguración
del nuevo frontón municipal. 17 de junio de 1951.

 

      A partir de la firma del duelo, se inicia el cruce de apuestas. El alcalde oiartzuarra apuesta 100 escudos a favor de su paisano contra Joaquín de Alduncin y Vertiz y Francisco de Zelaita, de Bera. Como el último de los citados carece de liquidez, se compromete en caso de perder a pagar en carbón de leña a razón de 10 cuartos y medio por cada carga, previo reconocimiento del material por personas expertas nombradas por las partes[274].

 

Prueba ciclista celebrada durante las fiestas patronales de 1925.

 

Fiestas Euskaras, 19 de septiembre de 1909.

 

      El pelotari de Hernani Joaquín de Galardi tuvo la suerte de jugar en casa su desafío del jueves 14 de octubre de 1762 contra Joseph de Zuloaga, vecino de “Oiarzun”. El encuentro se plantea a ocho juegos con las normas y costumbres que se seguían en Hernani (hasta la aprobación de un reglamento único, cada comarca jugaba con diferentes criterios), y con pelotas que antes de iniciar el partido los jugadores tendrían ocasión de probar[275].

 

Azeri-dantza (carnavales de 1995). Momento del baile sobre la cuerda.

 

Carnaval en Hernani. Comparsa, hacia el año 1905.

 

      No olvidemos, para terminar, que en territorio de Hernani aunque ahora perteneciente a Lasarte-Oria, había hipódromo, campo de aviación e incluso un circuito de coches de carreras, inaugurado el 23 de julio de 1923 con 17.815 metros de longitud. Tenía su salida y meta en el barrio de Oria, y discurría por Andoain, Urnieta, Hernani, Galarreta, Rekalde e Irubide. Las motos debían completar 20 vueltas y cinco más los turismos. En la última prueba, celebrada en 1935, los vehículos alcanzaron velocidades de hasta 155,7 km./hora, lo que dice mucho de las excelentes condiciones del circuito, el cual por desgracia tampoco sobrevivió a la Guerra Civil.

 

 

FIESTAS EUSKARAS

 

      A partir de 1853, bajo la batuta de Antoine d’Abbadie desde Urruña, las Fiestas Euskaras toman un nuevo impulso. Mezclando lo cultural con lo religioso y la dignificación del trabajo rural, se establecen premios para concursos literarios, musicales y deportivos, y también para el certamen de productos agrícolas.

      En 1878 por primera vez se celebran en la península, en Elizondo, y en 1880 en Bera. A partir de 1894 entra en su organización la Diputación guipuzcoana que las incentiva con nuevos premios: en 1896 es Mondragón su escenario y en septiembre de 1909 se celebran al fin en Hernani. Componían en aquel entonces su junta o consistorio: Joaquín M. Baroja, Francisco López Alien, José Artola, José Zapirain, Toribio Alzaga (secretario), Blas Pradere, Alfredo Laffite (presidente) y Miguel Salaverría.

      El programa tenía una serie de elementos imprescindibles. Las fiestas se iniciaban con una Salve en la parroquia el sábado. El domingo a primera hora de la mañana se hacía una procesión a la antigua usanza con las imágenes de San Ignacio de Loyola y La Purísima, propiedad de la Diputación, y luego había misa mayor con asistencia del gobierno provincial en pleno, autoridades civiles y militares, y el prelado de la diócesis. Los mejores oradores del momento eran invitados a predicar en euskera.

      Acabados los oficios religiosos, comenzaban los certámenes y torneos, los bailes populares y las exhibiciones de productos agrícolas y ganaderos: la Diputación ofrecía 250 pts. al propietario del mejor ganado vacuno e igualmente había premios para el ganado lanar, animales de corral y alimentos (mantequilla, queso, miel, sidra, chacolí, cereales, leguminosas, tubérculos y otros).

 

 

CALENDARIO FESTIVO

 

      Patronales

      Hernani celebra sus fiestas patronales en honor a San Juan Bautista (24 de junio). Se inician la víspera con la tradicional izada de banderas y el disparo del cohete anunciador: la Banda de Txistularis interpreta ante el Ayuntamiento la Marcha de San Juan y a continuación recorre las principales calles al son del Triku-Triku en compañía de gigantes y cabezudos. Uno de los elementos más interesantes desde el punto de vista etnográfico de estas celebraciones es la ronda a la vieja usanza que se efectúa al atardecer del 23 de junio, sobre la que tratamos en el apartado correspondiente, unas líneas más abajo.

      El segundo elemento destacable es el Azeridantza o Maskuri-dantza, rito documentado desde el siglo XVIII —aunque barruntamos sea anterior— y que si en principio era propio del carnaval, la prohibición franquista de las carnestolendas obligó a su traslado a las patronales. En la actualidad se ejecuta los días 25 y 26 de junio, y también por carnaval. Al son de una música propia, interpretada por los txistularis municipales, un grupo de mozos marcha en fila india sosteniendo en la mano izquierda una larga soga. Visten pantalón azul y camisa blanca y durante el trote blanden con la mano libre una vejiga hinchada. Caminan al ritmo de la música y en un momento determinado se cierran en círculo atrapando así a sus víctimas que, sin la menor posibilidad de fuga, han de resistir estoicamente una tunda de vejigazos. Entran en las tiendas y bares, en portales de doble salida (numerosos en el casco de Hernani), para sorprender a los incautos transeúntes.

      Desde hace unos años se ha incorporado un mozo, tapada su cabeza con una piel de zorro o azeri que distrae a los mirones para que la irrupción en escena de la cordada les coja desprevenidos. Acabado el recorrido, los mozos forman un círculo en la plaza y saltan al unísono sobre sus vejigas, produciendo un enorme estruendo[276].

 

      Los barrios

      Aunque no todos los años los barrios disponen de presupuesto para desarrollar un programa completo de fiestas, de una u otra manera se intenta que cada núcleo de Hernani disponga de unos días para el regocijo y el hermanamiento de sus moradores. Así, el barrio del Puerto tiene el 29 de agosto, festividad del martirio de San Juan Bautista o San Juantxiki, su día grande. El titular de su iglesia es San Antonio de Padua, y con ese motivo Ereñozu lo celebra en la semana del 13 de junio. El fin de semana de Pentecostés es el momento para que el barrio de La Florida se vista de gala, mientras que los de Jauregi y Sorgintxulo catalizan las últimas energías parranderas al final del verano. Las fiestas del barrio de Osiñaga se organizan a primeros de junio, y las de Martindegi con motivo de San Fermín, 7 de julio, y duran tres días.

      En la década de los sesenta desaparecieron las fiestas de San Mateo del barrio Karabel, ni tampoco se organizan ya las del barrio Lizeaga en honor de Santa María Magdalena (22 de julio); en estas fiestas también se ejecutaba una Azeri-dantza. El barrio Elizatxo tenía una ermita-humilladero con advocación de la Santa Cruz, por lo que el 3 de mayo había jolgorio y se rezaba una misa. Hoy sólo queda el oficio religioso en la parroquia.

      Antaño, con motivo de la festividad de la Virgen de Zikuñaga, patrona de la villa, la campa de su ermita era escenario para una sonada romería que duraba varios días y a la que acudía gente de toda la zona. Tras la desaparición de la imagen, la ermita corrió la misma suerte, y con ambas también sus fiestas.

 

      Las rondas

      Es la ronda de la víspera de San Juan una de las joyas etnográficas que conserva Hernani en su morral. Protagonizada por un coro acompañado de un bertsolari o versificador que improvisa, la rondalla entona la siguiente canción (curiosamente, el primer verso es el mismo que se canta en las postulaciones de nochevieja en la propia Hernani y en la cuenca del Bidasoa):

 

            “Dios te salve, ongi etorri,

            gabon jainkoak diela

            legearekin kunpli dezagun

            aita San Juanen bezpera”.

 

      Un documento de 1699 describe cómo se hacía la ronda con bertsolaris en estas fiestas hace ahora tres siglos[277]. Añadamos, por fin, que en el mantenimiento de la tradición ha jugado papel fundamental el vecino Patxi Odriozola.

      Al anochecer de la víspera de Santa Agueda (5 de febrero) hernaniarras de todas las edades se agrupan en coros mixtos para cantar coplas en honor a la mártir tan venerada en Euskal Herria.

      El 24 de diciembre por la tarde las comparsas del Olentzero animan calles y caseríos de Hernani cumpliendo el secular rito de la postulación.

      También al atardecer del último día del año sale la ya citada ronda de postulantes que comienzan con el saludo “Dios te salve, ongi etorri...”.

 

      Carnaval

      Los carnavales de Hernani gozaron de enorme arraigo en el siglo XIX. En 1833 el rey Momo arribó a Hernani montado en un carro ricamente engalanado y en compañía de damas que lucían mantones de Manila[278].

      Para el Carnaval hernaniarra del año 1906, el gran maestro Raimundo Sarriegui y el escritor pasaitarra Victoriano Iraola, alias Txuri o Sei, compusieron este hermoso himno:

 

            “Alanbratzekorik

            guretzat nork du,

            nork du, nork du.

 

            Famaren otsak goititutzen du

            meresi duben erriya

            zeru chiki bat diruriyena

            ala da guztagarriya;

            lengoko sharra chukun-chukuna

            eder, alaya, berriya,

            etzaigu penik beñere juango

            lenago ez etorriya.

 

            Begi urdin bat begira dago

            algaraz leyo batetik,

            beste belcheran tentatzallia

            cheletan berriz bestetik,

            zoramen abek maite ditugu

            biyotzen erdi erditik,

            ez gera juango oyek laja ta

            geyago Hernaniyatik”.

 

      Hasta su suspensión en 1937, el Carnaval se celebraba entre domingo y martes. Durante esos días, cuadrillas de chicos y chicas recorrían los caseríos en postulación al ritmo de la pandereta y el acordeón; a cambio de una canción y un baile, los baserritarras les obsequiaban con huevos, un trozo de chorizo, de queso o de tocino. Con todo lo recogido, el Martes de Carnaval se organizaba un gran convite, motivo de que el último día de la fiesta fuese el más esperado.

      La Azeri-dantza tenía lugar el Jueves Gordo, el domingo y el lunes, que era festivo, siempre a las 8 de la mañana. Durante esos días los chicos perseguían a las muchachas para hacerles txirris o levantarles las faldas, muchas veces en respuesta a sutiles provocaciones de las féminas.

      Lo mejor de esos días era el baile en la plaza que atraía a muchos jóvenes de la zona y también a arrantzales donostiarras (quienes eran asiduos de todas las fiestas hernaniarras).

            a semejanza de la capital, desde los felices 20 visitaban Hernani los Caldereros de la Hungría para anunciar la llegada del rey Momo. Según dicen los más viejos del lugar, en esta celebración participaba “toda la juventud” preparando carrozas iluminadas y ricamente engalanadas.

     

      Fiestas culturales

      El Ayuntamiento organiza en un fin de semana variable de febrero una Feria del Arbol en la que se plantan cientos de ellos por parte de los escolares el sábado y de los adultos el domingo en distintos lugares de nuestra jurisdicción.

      Desde 1983 la Sociedad Txantxangorri propone en un domingo de septiembre un Concurso de sidra, de gran aceptación popular, con degustaciones y premios. También la Sociedad Elur-Txori, y desde ese mismo año, convoca otro concurso reservado a sidreros de Hernani que se celebra un domingo de mediados de noviembre.

      A iniciativa de la Sociedad Santa Bárbara el primero de junio hay degustación de txakolí, y a finales de octubre una Semana de Micología con toda clase de actividades relacionadas con este tema.

      Con motivo de San Isidro Labrador, patrón de las gentes del campo, nuestros baserritarras celebran el 15 de mayo un acto religioso, partidos de pelota, exhibición de bertsolaris y una comida de hermandad.

      El primer domingo de diciembre y organizado por Herri Jakintza Taldea, la Feria de Artesanía reúne en la plaza a un nutrido número de artesanos en todas las especialidades.

      A la Sociedad Xalaparta debemos la magnífica iniciativa, surgida en 1988, de otorgar un premio anual a las personas o instituciones que destaquen por su trabajo en favor de la sociedad hernaniarra o por la difusión del nombre de la villa. En su primera edición, el premio “Hernaniar bikaina” recayó en el atleta Joxe Mari Garin, en el productor cinematográfico Elias Querejeta en 1989, y al año siguiente en el Club Deportivo Hernani por sus bodas de oro. En las sucesivas convocatorias han obtenido el galardón el montañero Martín Zabaleta (1991), el investigador Antxon Idarreta (1992), el historiador Luis Blas Zuleta (1993), los atletas Prudencio Ayerra (1994) y Juan Bautista Adarraga (1995), Ignacio Iruin (1996) y el director de la Banda Municipal de Música, Manuel Sagarna (1997).

 

 

LA VISITA A LOS MOJONES
O “MUGARRI FESTA”

 

      El emperador Carlos I de España y V de Alemania firmó en Valladolid el 12 de diciembre de 1542 las nuevas ordenanzas de la villa de Hernani —que, según costumbre de la época, serían muy semejantes a las precedentes, consumidas por las llamas tres décadas antes durante el ataque del ejercito francés—, en cuyo artículo 14 se decía[279]:

 

      “Y ordenamos y mandamos que los dichos oficiales (actuales concejales) después que fueren electos dentro de los seis días primeros siguientes hayan de ver y visiten los mojones y límites que dividen y apartan la jurisdicción de la villa con los lugares circunvecinos y así bien las fuentes y pontones que hay en jurisdicción de la dicha villa y si algunos mojones se hallaren faltos o las puentes se requirieren reparar o renovar provean en ello so pena de perder sus salarios y que la dicha pena sea la mitad para el acusador y la otra mitad para el juez que lo ejecutare y que so la dicha pena el alcalde no ponga ni se asiente a dar audiencia hasta tanto que lo susodicho se provea y haga”.

 

      Pero la técnica del amojonamiento para marcar lindes se remonta muchos siglos antes. El primer antecedente que conocemos corresponde a la cultura romana: ya entonces se colocaban piedras sagradas en los terrenos públicos y particulares[280].

      La visita a los mojones se realizaba por lo general después de la festividad de San Miguel (29 de septiembre), aplazándose si la climatología lo impedía como ocurrió por ejemplo en 1660, en que tuvo lugar en el mes de enero a cargo de seis personas nombradas al efecto por los regidores de Hernani.

      Cada año después de la visita se establecía una relación de los mojones que faltaban o que estaban deteriorados, y ello se recogía en los libros de actas. Si alguno había desaparecido o trasladado de lugar, los ayuntamientos afectados delegaban en ciertas personas para que pacífica y amigablemente resolvieran el tema. Las calidad de las propias piedras estaba perfectamente regulado: un texto de 1702 ordena que los nuevos mojones se confeccionen con “piedras rojas del monte de Aindi” (hoy Oindi).

      En cuanto a la composición y distribución de los visitadores, los libros de actas recogen diversas variantes. Inicialmente, en el siglo XVI, el alcalde, el merino y todos los vecinos varones y mayores de edad que lo desearan eran encargados. Caminaban durante tres días por los límites territoriales de Hernani: uno por la zona de Urnieta, otro por la de Lasarte y el tercer día por las tierras restantes. Para simplificar el rito, en el siglo XVIII se hicieron cinco divisiones del término municipal, enviando una cuadrilla a cada una de las zonas: “Ygarza, Yorin, Orcolaga, Arricarte y Belarraza”. En una tercera etapa, a comienzos del siglo XIX, el Ayuntamiento nombra a tres personas —los llamados “Señores de Justicia y su comitiva”—, para que por espacio de tres días recorriesen las tierras limítrofes del municipio hernaniarra. En todos los casos, el Ayuntamiento pagaba las comidas posteriores a las visitas: en la de 1593 participaron 30 comensales, 36 en la de 1627 y 44 en la cena del mismo año; 34 en 1629 y 19 en 1631. Por lo común, el menú de estos almuerzos incluía carnero, vaca, tocino, vino, sidra y pan. Ocasionalmente aparecen entre los gastos los desayunos consumidos antes de la partida. También había danzantes, para quienes se disponía de un azumbre de vino (unos 2,5 litros por hombre).

      Con carácter ritual y festivo, la visita a los mojones ha sido recuperada en nuestros días: se celebra el último sábado de septiembre tomando todavía como referencia la festividad de San Miguel (29 de septiembre). En los dos primeros años, 1990 y 1991, se dividió el perímetro del término municipal en siete partes, pero a partir de la tercera edición quedó fijado en seis:

 

1. Ergobia-Mandazubi

2. Mandazubi-Olazar

3. Olazar-Azketa

4. Azketa-Naparralde

5. Naparralde-Malmazar

6. Malmazar-Ergobia

 

      Las poblaciones limítrofes de Hernani son Donostia-San Sebastián, Lasarte-Oria, Urnieta, Elduain, Araño, Rentería y Astigarraga, y cada año se destina a revisar los mojones compartidos con una de ellas: en 1990 fue Astigarraga y se puso un mugarri simbólico en los límites con los restantes municipios; en 1991 se revisaron los de Lasarte-Oria, los de Elduain en 1993, Araño en 1994, Donostia-San Sebastián en 1995, y en 1996 se visitaron los mojones lindantes con Rentería.

      Durante las cuatro primeras ediciones la jornada se iniciaba con diana a las 7,30 de la mañana y terminaba en la Plaza de los Gudaris con pintxos y sidra a cargo del Ayuntamiento, mientras una trikitixa amenizaba el fin de fiesta. Desde 1993 se hacen las visitas, pero no hay parte lúdica.

      A cada grupo se le entrega una ficha descriptiva de los mugarris que teóricamente debe haber en la zona que les corresponde visitar, al objeto de que tomen nota de las modificaciones que se aprecien.

      Reconozcamos, finalmente, que el mérito organizativo de la Mugarri Festa corresponde a la dinámica Sociedad Mendiriz-Mendi que, como muestran las cifras de participación, está luchando por su consolidación: en 1990 participaron 50 personas, 60 en 1991, 27 en 1993, 18 en 1994, 73 en 1995 y 51 en 1996.

 

 

 

 

[260] MARTÍNEZ DE ISASTI, Lope. Op.cit, p. 527.

[261] A.M.H. A/1/5, fol. 21 v.

[262] A.M.H. A/1/5, fol. 237.

[263] A.M.H. A/1/6, fols. 98 v., 101.

[264] A.P.O. Secc. III. Leg. 1.268, fol. 288, y leg. 1.278, fol. 415.

[265] AGUIRRE SORONDO, Antxon. Datos sobre festejos taurinos en Tolosa de 1700 a 1866. IX Congreso de Estudios Vascos. Eusko Ikaskuntza. San Sebastián, 1983, pp. 324 ss.

[266] A.P.O. Secc. III. Leg. 1.361, fol. 167.

[267] A.M.H. A/1/15, fol. 69.

[268] A.M.H. A/1/15fol. 237.

[269] A.M.H. A/1/6, fol. 95 v.

[270] A.M.H. A/1/15, fol. 69.

[271] A.M.H A/1/15, fol. 125.

[272] Archivo Municipal de Rentería. B.2.5.1.

[273] Véase sobre los txistularis de Hernani: APEZETXEA AGIRRE, Patxi: Hernani eta txistua. Bere txistulariak. Sus txistularis. Fundación Kutxa. San Sebastián, 1992.

[274] A.P.O. Secc. III. Leg. 2.203, fols. 282-284.

[275] A.P.O. Secc. III. Leg. 1.407, fol. I

[276] AGUIRRE SORONDO, ANTXON. Guía de Fiestas Populares de Guipúzcoa. Caja de Gipuzkoa. Donostia-San Sebastián. 1989.

[277] A.M.H. E/7/III/6/11.

[278] A.M.H. B/3/1/3.

[279] Para mayor información sobre estas ordenanzas léase el trabajo de María Rosa AYERBE IRIBAR: Ordenanzas Municipales de Hernani: 1542, publicado en el Boletín de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País. Año XXXVIII, cuadernos 1-2-3-4. San Sebastián, 1982, pp. 257 ss.

[280] AGUIRRE SORONDO, Antxon. La visita a los mojones. Programa de la “Mugarri Festa”. Ayuntamiento de Hernani. Septiembre 1990.